La obesidad es más que una cuestión cosmética o estética y debe reconocerse como una seria enfermedad, cuya prevalencia se ha disparado en los últimos años a nivel mundial, advirtió en la UNAM la directora de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán, Martha Kaufer Horwitz.

Explicó que se caracteriza por el cambio en la composición corporal de las personas debido a una acumulación excesiva o anormal de grasa, que puede perjudicar severamente la salud.

 Al dictar la conferencia Obesidad: causas, consecuencias y tratamiento, en ocasión del coloquio organizado por el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología, de la Universidad Nacional, la especialista dijo: es importante reconocerla como una enfermedad compleja y con múltiples riesgos. A partir de ello se pueden asumir responsabilidades tanto de los gobiernos, como de los profesionales de la salud, para promover su detección temprana a través de políticas de prevención, pero sobre todo para ofrecer tratamiento integral.

Agregó que la obesidad va más allá de un exceso de peso, toda vez que tiene una etiología multifactorial cuyas causas van desde lo genético en lo individual hasta factores familiares o comunitarios que terminan afectando a sociedades enteras, a tal grado que se considera una epidemia social contagiosa.

Existen estudios y artículos publicados en revistas especializadas de prestigio como Journal of Medicine, que demuestran cómo es un padecimiento que se contagia a partir de las relaciones tanto sociales, como de proximidad geográfica entre las personas, precisó Kaufer Horwitz.

Entonces, la forma de transmisión, a diferencia de las enfermedades infecciosas, no son los vectores, sino la alimentación, actividad física, estilo de vida, que finalmente son procesos indispensables para la supervivencia humana y para la interacción social.

Consideró que la causa tiene que ver con un desequilibrio en el balance energético, pero existen otros factores que inciden directamente como las causas bioquímicas o fisiológicas relacionadas con la ingesta de alimentos y la disponibilidad de estos.

El problema, prosiguió, está a partir de la producción de comestibles, cuál es su disponibilidad en mi entorno que hace que los consuma y afecten mi fisiología individual y, por lo tanto, el balance energético. También depende de la psicología individual o social. “¿Qué como cuando estoy triste, cuando estoy contento o cuando estoy estresado?”.

Esta epidemia de obesidad que vivimos hoy día no se puede explicar solamente por cuestiones genéticas, porque la genética tarda años, miles de años en modificarse mientras que los ambientes se modifican más rápidamente. Yo puedo tener una propensión o una susceptibilidad para presentar obesidad, pero tiene que haber algo en mi entorno, ya sea individual o social, que haga que se detone, enfatizó.

Los ambientes obesogénicos, subrayó, están por todos lados y el gran desafío es identificarlos para trabajar -junto con los profesionales de la salud- en las herramientas para contender con ellos.

La especialista comentó que a nivel individual son tres las principales causas que contribuyen a la ganancia de peso: metabolismo lento, incremento en el consumo de alimentos y la reducción de la actividad física.

Sobre las consecuencias o repercusiones, abundó que existen factores de riesgo que acompañan a esta enfermedad y que pueden abarcar desde cuestiones psicosociales -como depresión, ansiedad y baja autoestima- hasta problemas endócrinos, diabetes, enfermedades cardiovasculares, alteraciones en los lípidos, hipertensión, alteraciones renales y gastrointestinales, así como una de las comorbilidades más frecuentes y de difícil detección: hígado graso.

De acuerdo con estimaciones oficiales, la investigadora señaló que en México más de 30 por ciento de las personas presentan algún nivel de obesidad, de ellas 80 por ciento enfrentan alteraciones metabólicas, mecánicas y psicológicas.

Este problema, aclaró, nada tiene que ver con el argumento de que se debe respetar la diversidad en el tamaño de los individuos y que quienes padecen sobrepeso tienen los mismos problemas metabólicos a los que se enfrenta uno con peso normal. 

Martha Kaufer aseguró que estudios recientes confirman que las personas con obesidad o exceso de peso son más propensas a desarrollar -en el corto plazo- alteraciones metabólicas de alto riesgo, en una proporción alta.

Alertó que no hay dietas mágicas para atender los problemas de obesidad; una vez que se reconozca que estamos frente a una enfermedad se debe buscar ayuda de profesionales de la salud quienes establecerán tratamientos individualizados.

También plantearse algunos objetivos claros: adquirir hábitos saludables de alimentación, incrementar la actividad física, respetar las horas de descanso y sueño, manejar de la mejor manera el estrés y mantener un peso adecuado y una composición corporal equilibrada para mejorar nuestra calidad de vida, concluyó.

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