*Debilidad en control oficial fomenta corrupción
En mi calidad de Auditor Superior de la Federación, dependiente de la Cámara de Diputados, considero que sería de un reduccionismo absurdo limitar la existencia de la corrupción a las labores de gobierno, pues puede presentarse en cualquier relación humana.
Sin embargo, esta práctica es particularmente agresiva cuando se integra como un componente desagradable, pero socialmente tolerado en las acciones que se establece entre las instituciones, órganos gubernamentales y sociedad civil.
Si el Estado debe ser la máxima expresión del bien común, resulta inaceptable que sus funcionarios aprovechen su posición para obtener un beneficio particular.
La debilidad en el control interno, el hecho de que las políticas puedan generar rentas a los funcionarios que las administran y la falta de legitimidad del sistema normativo, intensifican la posibilidad de la corrupción.