*Crimen organizado, el peor enemigo de los migrantes
Me sumo a la propuesta con la que se busca castigar a quienes exploten o involucren en acciones delictivas a los hombres, mujeres y menores de edad que transitan por México para alcanzar el llamado “sueño americano”.
El fenómeno migratorio y las consecuentes vertientes económicas, políticas y sociales que conlleva no es algo nuevo. Sabemos que los migrantes toman la difícil decisión de dejar su tierra y a su familia en busca de una mejor calidad de vida para los suyos.
El desempleo e inseguridad son factores determinantes para que abandonen su país de origen y decidan cruzar de forma ilegal hacia Estados Unidos.
En México el crimen organizado es el peor enemigo de los migrantes y los convierte en sus víctimas.
Considero lamentable que en el caso de los hombres, estos sean obligados a trabajar como sicarios o en la producción, transporte y venta de droga y, por lo que toca a las mujeres, las sometan a trabajos forzados y las utilicen con fines sexuales.
Así la población migrante en México es objeto de un sinnúmero de violaciones a sus derechos esenciales. Son extorsionados, discriminados y explotados laboral y sexualmente por bandas delincuenciales, se han detectado casos en donde criminales llegan a los albergues para migrantes y se hacen pasar por uno de ellos con la finalidad de secuestrarlos para ser utilizados en actividades delictivas.
La masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010, es muestra clara de una realidad que requiere atención inmediata por parte de todos los actores políticos.
De ahí, la necesidad de establecer un marco normativo que prevea sanciones enérgicas en contra de todo aquel que cometa este tipo de conductas.
Se estima que los traficantes y polleros logran ganancias de más de 7 mil millones de dólares anuales por el trasiego de indocumentados en territorio mexicano, peor aún estos pagos no les brindan ninguna garantía a su seguridad y en el trayecto se ven expuestos a cualquier riesgo.
Uno de los delitos que más daña al tejido social es la explotación de las personas, ya que no sólo rompe con el orden social sino que deshumaniza las relaciones entre los individuos.