*El entorno económico se vislumbraba difícil
La caída de los precios internacionales del petróleo ha afectado sensiblemente la política económica del país. Esta situación se debe a la existencia de una sobreoferta mundial del hidrocarburo; y dado que los países que integran la OPEP se han negado a disminuir su producción, los daños que se causan a una económica altamente petrolizada como la nuestra son evidentes.
Derivado de lo anterior, nuestra divisa se ha visto depreciada, lo que ha originado un alza en el precio del dólar, misma que ha llevado al Banco de México a realizar subastas de dólares, como una forma de disminuir la devaluación del peso.
El dólar ha alcanzado máximos históricos llegando, el pasado 11 de febrero a ofrecerse en un precio máximo de 19.50 pesos en algunos bancos de la Ciudad de México.
Esta situación de sobrevaluación del dólar es global y nuestro país ha sido afectado como muchas monedas del mundo.
Por supuesto, esta circunstancia no es deseable y afecta a toda la población. Pero la apreciación del dólar no es privativa de nuestro país; es una situación que ha afectado a todas las economías del mundo.
La Reserva Federal de los Estados Unidos ha elevado sus tasas de interés, circunstancia que ha provocado que los flujos de capitales regresen a mercados más estables como Estados Unidos, y esto afecta a las economías emergentes como la nuestra.
Otro factor que contribuye a la depreciación de nuestra moneda es que en una economía globalizada, la situación de uno de los principales consumidores de petróleo, como es China, tiene una repercusión en la estabilidad económica mundial.
Si bien el peso mexicano se ha visto muy afectado por el incremento del precio del dólar; hay países que han sufrido una caída mucho más pronunciada como el caso de Argentina con una disminución de un 60.91%, Brasil -53.58%, Sudáfrica -37.41%, Colombia -35.95% y Turquía -22.34%.
Ahora bien, es necesario subrayar que la política cambiaria del país es un conjunto de acciones que el Banco de México realiza para influir sobre las tasas de interés y las expectativas inflacionarias de los precios, y que la evolución de estos sea congruente con el objetivo de mantener un entorno inflacionario estable y bajo.
Lo anterior quiere decir que estas acciones no son competencia del Gobierno Federal, sino del Banco de México que como se establece en el artículo 28 constitucional en su párrafo sexto, es un órgano autónomo y cuyo objetivo prioritario es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de nuestra moneda.
El índice nacional de precios al consumidor se ubicó en 115.954 durante enero de 2015; para enero de 2016 fue de 118.984.
Este indicador así como el de la inflación se han incrementado, ya que en 2015 la inflación fue de 2.1% y al mes de febrero de 2016 se ubicó en un 2.61%.
Lo anterior nos habla de que la política macro económica se ha desempeñado en forma adecuada, dadas las circunstancias poco favorables a nivel mundial.
Compartimos la preocupación por el incremento en los precios de la canasta básica. Sin embargo, existen indicadores que demuestran que las reformas estructurales comienzan a dar sus frutos; circunstancia que se ha visto reflejada, por ejemplo, en los precios de la gasolina y la electricidad.
La gasolina de bajo octanaje ha bajado en 1.46% y la electricidad ha experimentado una reducción de 13% en las tarifas domésticas de alto consumo.
La situación de PEMEX es particularmente inquietante, por esta razón recalcamos la necesidad de que se tomen las acciones necesarias para dar una solución a los problemas de la empresa.
Consideramos que la prioridad es que, las medidas que se tomen en materia de disciplina financiera, afecten lo menos posible a la población; motivo por el cual, es imperativo hacer más eficiente el ejercicio del gasto público.
Lo anterior cobra particular relevancia dado que; si bien en la Ley de Ingresos de 2016 no se contrató nueva deuda externa, el 80% de la actual se encuentra en dólares. Sobra mencionar la afectación que en este rubro tiene el tipo de cambio.
Resulta fundamental que exista una verdadera disciplina fiscal y una ejecución adecuada y transparente de los recursos públicos.
La austeridad y la transparencia tienen que convertirse en el estandarte de la administración pública, hacerlo de otro modo, sería una afrenta a la sociedad.
Estamos convencidos de que a pesar del panorama pesimista de la economía mundial, existen oportunidades para mejorar nuestra economía interna.
Fortalecer el sector de las exportaciones, promover el turismo y contribuir a consolidar un esquema tributario saludable, son acciones necesarias para enfrentar la adversidad financiera global.