*Mil Becas Generación Bicentenario
Muy queridas niñas, muy queridos niños y jóvenes; muy apreciables maestras y maestros; muy distinguidos invitados especiales.
Coincido con muchos que me han precedido en el uso de la palabra. Qué gran día y qué alegría para todos nosotros estar en un evento así, tan esperanzador.
Y por cierto, quiero felicitar, muy entusiastamente a la Orquesta de niñas y niños, la Orquesta Esperanza Azteca que, tengo entendido, son de Oaxaca. Muchas felicidades por su magnífica interpretación y por todo el esfuerzo que están haciendo por transformar un espíritu tan grande y tan generoso, como el de los mexicanos, en música y en mayor espíritu y mayor esperanza.
También quiero saludar, especialmente, a mi estimado Secretario de Educación, el maestro Alonso Lujambio. He tenido conocimiento de decisiones muy importantes en su vida. Y quiero decirle al maestro Lujambio que sé muy bien que hay en la Secretaría de Educación un gran mexicano, cuyas decisiones están siempre, siempre guiadas por un gran amor a México e, independientemente de los derroteros electorales del país, estoy cierto y seguro que el Gobierno Federal tiene y garantiza un buen Secretario de Educación.
Muchas gracias por ese amor al país, Secretario, independientemente de las decisiones personales, que aprecio y respeto.
Hoy, amigas y amigos, les decía, es un gran evento, lleno de esperanza, lleno de fuerza, lleno de futuro, porque el Museo, este gran Museo que tenemos los mexicanos, abre sus puertas a los mil estudiantes más brillantes del país, a los mejores, a las mejores. Como decíamos en mis tiempos: A los más aplicados.
Ustedes son lo mejor, son la excelencia de nuestras escuelas, de primaria y secundaria, son un orgullo para sus papás y son un orgullo para todos nosotros los que somos papás, los que somos mexicanos, los que somos adultos, los que somos servidores públicos y tenemos el privilegio, así lo veo yo, de servir a México. Son un orgullo para todos los mexicanos.
Y por eso, qué gusto el acompañarlos a esta Ceremonia de Premiación, de Entrega de las Mil Becas Generación Bicentenario.
Agradezco a todos los patrocinadores, especialmente a Nacional Monte de Piedad, pero a todos, a Homex, al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que aporta, también, una buena parte de las becas. A, desde luego. En fin. A todos quienes participan en este gran esfuerzo.
Los mexicanos quisimos festejar nuestros primeros 200 años de Independencia y libertad, nuestros primeros 100 años de Aniversario de la Revolución, con una obra educativa, trascendente y para el futuro.
Ustedes son el símbolo viviente de esa celebración, son la generación que, estoy seguro, habrá de poner muy, muy en alto, con sus logros académicos, con sus acciones, el nombre de México.
Como ya se dijo aquí por la maestra Gordillo, este reconocimiento nadie se los regaló, se lo ganaron a pulso, sí; hay instituciones y hay empresas que, afortunadamente, apoyan este gran esfuerzo; pero, finalmente, ustedes se lo ganaron.
Se lo ganaron con sus calificaciones y se lo ganaron con sus ganas de ser cada día mejores. Por méritos propios, como se dice, ustedes se ganaron un lugar, como las niñas y los niños, los jóvenes, más brillantes de la Generación del Bicentenario, un año tan importante en la historia de los mexicanos.
La beca que hoy reciben es muy especial por varias razones.
En primer lugar. Porque cubre sus estudios de aquí hasta la universidad. Van a tener un apoyo económico.
Quiero que sepan que nunca antes se había becado a un grupo tan talentoso de alumnos para que tuvieran un apoyo hasta que acaben la carrera, y con becas en montos muy importantes, superiores a los que ordinariamente se otorgan a nivel general en el país.
Son los primeros en conseguirlo. Es una beca especial, sí, pero es una beca especial para una generación muy especial. Así que aprovéchenla al máximo y sigan siendo ejemplo de superación.
En segundo lugar. Esta beca les va a ser de mucha ayuda para ir a las escuelas que quieran. El monto de apoyo, además, va a ir creciendo conforme avancen en sus estudios. Por ejemplo, los alumnos de primaria recibirán dos mil 600 pesos mensuales y los que están en universidad, seis mil pesos mensuales cuando lleguen a la universidad.
Quiero expresar mi reconocimiento a los gobiernos estatales, a todas las dependencias, a todas las organizaciones, a todas las empresas que hicieron realidad este proyecto. En especial, agradezco a Nacional Monte de Piedad, al sindicato magisterial, a Televisión Azteca, a la Empresa HOMEX, al Grupo Financiero BBVA Bancomer, a Antonio Navalón, que puso, insisto, especial empeño en hacer exitoso este esfuerzo.
Y es muy grato saber, amigas y amigos, que las buenas causas siempre, siempre encuentran apoyo. No sólo las becas, amigas y amigos. No se trata sólo que estudien, que claro que lo van a hacer.
En tercer lugar. Amigas, amigos, estas becas les permitirán convertirse en las y en los líderes mexicanos del mañana.
Con la inteligencia, con la capacidad y el talento que han mostrado, con las ganas de estudiar, con la educación de calidad que sé que ustedes recibirán o se esforzarán en recibir durante los próximos años, no tengo duda de que se convertirán en la base de un nuevo México, en una punta de lanza de nuestro desarrollo.
Ustedes van a ser las ingenieras o los ingenieros, las o los científicos, las o los tecnólogos, las políticas o los políticos, las o los expertos que van a conducir hacia un futuro de bienestar y de progreso para todos.
Y también coincido con lo que ya se dijo aquí. Yo estoy seguro que aquí, entre ustedes, están las alcaldesas, los alcaldes, las jueces, los jueces, las diputadas, los diputados, las o los senadores, y también la Presidenta o el Presidente de la República, o varios en las próximas generaciones del país.
Y tiene que ser alguien verdaderamente bueno, verdaderamente buena y comprometida con México, como sé que son ustedes ahora, desde la primaria hasta la secundaria y el bachillerato, que son las generaciones ahora, merecedoras de las Becas Generación Bicentenario.
Sé que no ha sido fácil. No ha sido fácil para ustedes llegar hasta aquí, pero han llegado. Que tuvieron que estudiar muy duro, que tuvieron que trabajar mucho para lograrlo y así como ustedes tuvieron que superar grandes desafíos para llegar a este momento, las mexicanas y los mexicanos, también debemos hacer lo mismo para llevar a nuestro país a un futuro mejor.
Quiero también, especialmente agradecer las bellísimas palabras de Stephanie González, que nos dijo hace un momento.
Te agradezco mucho, Stephanie, por tus palabras, que fueron muy hermosas, muy bien dichas.
Y sé, amigas y amigos, que ella evocó temas que a todos preocupan, que a todos entristecen, que a todos irritan y molestan, como los hechos tan bárbaros, tan salvajes, que ocurrieron la semana pasada en Monterrey, por ejemplo. Y que sé que han ocurrido en muchas partes del país.
En Iguala, en la tierra de Stephanie, o en Tamaulipas, o en Coahuila, o en Veracruz, o en Sinaloa, en muchas partes, en mi propia tierra, Michoacán, y saludo, aprovecho para saludar a mis paisanas y paisanos michoacanos, que están aquí presentes.
Sé que están tristes, preocupados, molestos por la violencia que algunos criminales han desatado en contra de los mexicanos. Y creo, también, que ustedes, y no sólo ustedes, Generación Bicentenario, sino las niñas y los niños del país, merecen una explicación, que debo dar.
En México hay gente buena, muy buena, mucha, mucha gente buena, y diría yo, que hay como 112 millones de mexicanos buenos y muy buenos. Pero, también, y por desgracia, amigas, amigos, hay gente mala, hay gente muy mala. Gente ambiciosa, gente perversa, gente cruel.
Y la tarea nuestra, por una parte, la tarea del Gobierno es enfrentar a esos criminales, sin escrúpulos, a esa gente mala, y la tarea de la sociedad es ir construyendo mejores condiciones, valores y una atmósfera propicia para que florezca el desarrollo integral de las personas, para que florezca el bien, para que florezca el bien común.
Sin embargo, durante cierto tiempo, quizá, hubo quienes pensaron, en distintos órdenes de Gobierno, que si no se hacía nada contra los criminales, no iba a pasar a nada. Y eso, por desgracia, estaba equivocado.
Por qué.
Porque al no enfrentarlos, al no detenerlos, al no contenerlos, fueron creciéndose y expandiéndose como una mala hierba, como una plaga, como un cáncer en distintas partes del país.
Y lo peor aún es que, incluso, algunos policías, o algunas autoridades, en lugar de enfrentar a los criminales, comenzaron a apoyar a los criminales, muchos por dinero, muchos por temor, y no a los ciudadanos, que estamos obligados a proteger.
Sé que nos ha tocado y les ha tocado a ustedes como niñas y niños, enfrentar un momento muy duro, que ustedes no merecen haber vivido ese momento. Yo, como papá, a veces quisiera que mis hijos no vieran algunas noticias, algunas escenas, los periódicos; sin embargo, sé también, me imagino que es el caso de ustedes, ellos, en que de repente ya están programándose, si no ven el noticiero conmigo, de repente lo programan para verlo por su cuenta y van o revisan los periódicos que hay en mi casa.
Y sé que es lo que pasa en los hogares de ustedes. Sé que también se dan cuenta de eso, porque son niñas y niños inteligentes. Sé que lo escuchan en las conversaciones de sus papás.
Y por eso quiero explicarles qué es lo que está pasando.
Hay gente muy buena, y les voy a decir, que la mayoría de los mexicanos lo son, pero hay gente mala, y esa gente mala debemos combatirla.
Ahora, qué quiero decirles.
Amigas y amigos, que ustedes tengan la certeza de que hoy estamos luchando por ustedes y por su futuro.
Que también consideren, no se preocupen, porque por cada gente mala, por cada mexicana o mexicano malo hay decenas y decenas de miles de mexicanas y mexicanos buenos, como lo son sus papás, como lo son sus hermanos, como son ustedes, buenas y buenos estudiantes; que por cada gente mala hay miles, decenas de miles buenos, que somos una abrumadora mayoría de la gente que queremos a México y queremos sacarlo adelante, mucho más fuerte y mucho más grande que esos pequeños grupos.
Segundo. Que sepan, también, que estamos combatiendo a los criminales; que ustedes hagan su chamba, que es estudiar, ustedes no se preocupen por ellos, esa es nuestra preocupación, esa es nuestra obligación.
Y dentro de lo malo, la buena noticia es que nosotros estamos luchando por ustedes en contra de los criminales, que también tenemos más fuerza, más organización, más recursos que ellos. Y ténganlo por seguro, queridas amigas, queridos amigos, que tomará su tiempo, está difícil, desde luego, pero sépanlo, los vamos a derrotar porque somos mucho más fuertes los mexicanos que ellos.
Quiero que sepan también, niñas y niños, que ahora también, si había policías o autoridades que no sólo no enfrentaban a los criminales, a los malos, sino hasta que los protegían y se corrompían con ellos.
Hoy estamos haciendo nuevos policías, nuevas policías más fuertes, confiables, no sólo a nivel Federal, sino también en muchas entidades de la República, en muchas entidades, y que eso a la larga nos va a traer, precisamente, el México seguro que todos queremos.
Pero lo más importante, niñas y niños, es reconstruir el tejido social, es sembrar el bien, si me permiten decirlo así. Reconstruir el tejido social, que es generar más oportunidades para las niñas y los niños, para los jóvenes, para que no caigan en las garras de los criminales, para que no se enganchen, precisamente, con los delincuentes, para que no caigan en la ambición de ellos, que es hacerlos caer en las garras de las drogas, de las adicciones o de la criminalidad.
Estamos construyendo, por ejemplo, muchas más universidades. En los cuatro años y medio que llevo como Presidente hemos construido 92 nuevas universidades, y hemos ampliado casi 50 más.
También hemos hecho bachilleratos para que ustedes estudien, sobre todo técnicos; 985, casi mil bachilleratos nuevos en casi cinco años, la mayoría técnicos, que hoy permiten, por ejemplo, que se gradúen más de 100 mil ingenieros o técnicos cada año en México, más que los que se gradúan en países como Alemania, o como Canadá, o como Brasil, hoy se gradúan, cada año, más ingenieros y técnicos en México.
Lo que queremos hacer, amigas y amigos, y aquí tienen ustedes un papel que hacer, es sembrar la semilla de un mejor país. Y esa semilla de un mejor país está, precisamente, en cada niña o en cada niño que estudia; está en cada papá o en cada mamá que está cerca de sus hijos; está en cada maestra o en cada maestro que cumple con su deber, y sí enseña, y sí enseña bien; está en cada policía que cumple con su trabajo o soldado o marino que hasta arriesga la vida; está, también, en cada gobernante que gobierna con honestidad, sin robarse el dinero del pueblo, decidiendo en conciencia lo que es mejor para la gente.
Se trata, a través de la educación, por ejemplo, y de la salud, de sembrar la paz, y sembrarla a través de valores, a través del valor, del respeto a sí mismo. Que respetes tu cuerpo, que respetes tu vida, que respetes la de los demás, que respetes los derechos de otros, que exijas que respeten tus derechos. Está a través del amor al prójimo y del amor a México.
Queremos sembrar esa paz y ese mejor país a través de los valores de justicia, a través de los valores de legalidad, a través de los valores de honestidad, porque saben qué, la maldad también ha florecido de las semillas de valores de corrupción, de transa, de complicidad, de deshonestidad y para erradicar esa mala yerba, nosotros tenemos que sembrar los valores de honestidad, de legalidad, de justicia, de democracia, de respeto a los derechos de cada quien.
Y esa semilla buena es una semilla fuerte que acabará desterrando, precisamente, ese mal, que tanto daño le hace a las mexicanas y a los mexicanos.
Así que quiero pedirles, niñas y niños, que ustedes no se angustien, no se alarmen, porque nosotros y sus papás estamos haciendo nuestra parte y vamos a remediar eso.
Y ustedes su tarea cuál es.
Ustedes también tienen cosas que hacer aquí, y lo que tienen que hacer es estudiar bien, ser buenos hijos, hacerle caso a sus papás, evitar por todos los motivos posibles caer en las garras de las adicciones, porque la gente mala, la gente perversa quiere ponerles a ustedes una cadena en las manos, en los pies y en el cuello, y esa cadena se llama las adicciones y las drogas. Quiere que caigan en ella y estén amarrados de por vida a esas adicciones. Nunca caigan en esa esclavitud. Aléjense y cuídense de las drogas, y sean buenas alumnas y buenos alumnos.
Su trabajo es ese. Lo que México les pide a ustedes, niñas y niños, es que hoy sean lo que hoy son, precisamente, las y los mejores alumnos de México.
Hagan su tarea, estudien mucho, aprendan mucho. Siempre cuestiónense la verdad y empéñense por saber la verdad, siempre pregúntense dónde está el bien y empéñense por alcanzar el bien. Nunca dejen de ser las y los mejores estudiantes.
Porque sé que esta Generación del Bicentenario guarda la semilla de un mejor México. Un México que vendrá. Un México que será mejor. Nunca dejen de soñar y nunca dejen de luchar por ese México. Imagínenlo, como dijo Stephanie, cómo lo quieren ver.
Piensen un momento cómo quieren ver a México. Yo les digo cómo lo quiero ver. Yo quiero que ese México sea, desde luego, un México seguro, y lo será. Yo quiero que ese México sea un México justo, sin la miseria, sin la ignorancia que nosotros heredamos de otras generaciones. Y sépanlo, lo será, porque aún con mil dificultades, estamos avanzando para derrotar miseria e ignorancia.
Sé que ese México será, por ejemplo, más limpio, más armónico con la naturaleza, y que los ríos que otros han convertido en verdaderas cañerías, volverán a ser ríos, porque limpiaremos su agua.
Y que los campos que han convertido en basureros, volverán a ser campos y volverán a ser bosques, porque hoy estamos luchando por recuperar el medio ambiente.
Y ese México será democrático porque aún desde hoy cada quien es respetado en lo que dice, incluso, las cosas más agraviantes y a veces hasta ofensivas son respetadas, porque hay en la libertad la única garantía de democracia y de pluralidad que queremos.
Ese México vendrá, niñas y niños. Un México que requiere el esfuerzo de ustedes. Ustedes en la medida en que crezcan irán asumiendo más derechos y, también, más responsabilidades.
Y lo que yo les pido es que nunca, nunca acepten ni se dejen vencer por la mediocridad o la cobardía. Nunca acepten la mediocridad ni la deshonestidad. Nunca acepten la mediocridad o la deshonestidad de sus gobiernos. Nunca acepten la mediocridad ni de sus maestros, ni de sus autoridades, pero, sobre todo, nunca acepten mediocridad, deshonestidad, ni cobardía en ustedes mismos, porque en ustedes está la llama del México que viene.
Ese México vendrá, niñas y niños. Ese México vendrá, y yo lo veo, lo veo venir, lo veo en el rostro de ustedes, lo veo en las calificaciones de ustedes, lo oigo en la música que interpretan los niños en nuestras orquestas.
Ese México lo veo y lo siento en una nueva generación de mexicanas y mexicanos que está naciendo, precisamente. Aún en el dolor que lastima hoy al país, de ese dolor y de ese amor por México está saliendo una Nación próspera, un México distinto y mejor.
Y ustedes, Generación del Bicentenario, con su amor por México, con su responsabilidad, ustedes van a hacer posible, que cuando México conmemore, nuevamente, 100 años más de su Independencia o 100 años más de su Revolución, aquellos mexicanos que vienen, aquellas generaciones tricentenario que vendrán, sépanlo, estarán agradecidas, agradecidos con todos ustedes, porque un día ustedes pensaron en ellos y no sólo en ustedes mismos.
Sean no sólo lo que han sido hasta ahora. Pongan al servicio del país, pongan al servicio del bien, no sólo lo que ustedes son, sino lo mejor de lo que ustedes tienen.
No entierren su talento y su gran inteligencia, que les ha permitido ganar las becas y pónganlas al servicio de los demás y verán que México, nuestra gran Nación, llamada a ser gran Nación desde nuestra historia y desde nuestras raíces, desde los miles de años atrás, en que fueron hechas aquellas cabezas olmecas, desde las grandes raíces que nos enorgullecen y que aquí se conservan, en este museo y en todo México, esa gran Nación llamada a ser, lo será, la gran Nación mexicana, a la que orgullosamente todos pertenecemos.