*Urge novedosa estrategia contra el crimen
El eje de la estrategia nacional en materia de seguridad pública no debe tratarse sólo de instrumentos policiacos, sino que debe considerar elementos como el desarrollo económico y social, la atención a las víctimas y la reintegración productiva.
Se requiere una estrategia para fortalecer la capacidad de actuar y responder del Estado mexicano ante el crimen organizado.
El asesinato de la alcaldesa de Temixco, Morelos, Gisela Mota, obliga a reflexionar, no sólo sobre el Mando Único, sino sobre la estrategia nacional de seguridad que se ha implementado en los últimos años.
Este hecho lamentable y reprobable es un desafío más de la delincuencia al Estado mexicano, pero tampoco es un hecho aislado, tenemos que recordar que más de 40 presidentas y presidentes municipales han muerto en los últimos tres años.
Actualmente el Estado mexicano se encuentra vulnerado y carece de las mejores herramientas para enfrentar las redes delincuenciales, que pese a los esfuerzos por combatirlas no han visto mermada su potencia económica ni su capacidad delincuencial.
El crimen organizado es una ingeniería compleja que incluye desde el pago de derecho de negocios callejeros hasta operaciones multimillonarias en el sistema financiero internacional, y es un grave error pensar que este delito y la corrupción son dos fenómenos diferentes, pues son las dos caras de la misma moneda.
El control y la potencia económica de estos cárteles no son un producto de la suerte, son estructuras construidas con la complicidad y en algunos casos con la complacencia y alimentados por la corrupción y la impunidad.
El decálogo propuesto por el Ejecutivo federal para fortalecer la seguridad y la justicia debe ser debatido y atendido pero se debe entender que aunque esta fórmula pueda ser de utilidad, no representa la única solución para la situación en la que se encuentra el país.