*Urgen cambios en el Servicio Exterior Mexicano
Es fundamental que el Servicio Exterior Mexicano rinda cuentas, transparente cada una de sus acciones en los consulados, en las embajadas o en las diversas representaciones de los organismos.
Como Senado de la República no podemos seguir siendo una institución que sólo dé el visto bueno a los nombramientos diplomáticos. Debemos exigir resultados.
Tradicionalmente vienen al Senado de la República los que son propuestos por el Presidente de la República, se les escucha en las diferentes comisiones y se les ratifica y después ya se van al país en donde se les encomendó una tarea en específico.
Desafortunadamente sólo se entrega el plan de trabajo, no hay seguimiento al mismo. Cuando las cosas no se están haciendo correctamente, como ocurrió en el Consulado de Denver o como ocurre hoy en la Embajada de México en España, lamentablemente no podemos citarlos a comparecer y que rindan cuentas y que den explicaciones a este Congreso.
No queremos que se sigan dando estos casos. Insisto, en el caso concreto de la embajada de México en España que movilizó a todo el personal para dar un trato preferencial a un ex gobernador acusado de lavado de dinero que enfrentaba un proceso penal ante autoridades de ese país.
Y lamentablemente fue a través de un medio de comunicación español como nos enteramos de lo que estaba haciendo el señor Humberto Moreira.
Queremos desde aquí tener herramientas formales para dar un seguimiento cercano a las acciones del personal diplomático. Para lograr todo esto, estamos haciendo un grupo de senadores dos propuestas muy concretas: la primera, debemos eliminar cualquier límite de edad máxima para el ingreso al Servicio Exterior Mexicano, puesto que es discriminatorio, pues aquellos que hayan aprovechado oportunidades académicas o laborales que incrementen su experiencia y conocimientos están prácticamente descalificados de los concursos que hoy emite la Cancillería simplemente por exceder la edad de 30 años.
Cabe señalar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el 2015 declaró inconstitucional y discriminatoria esta limitación por edad.
Por otro lado, tampoco se debe obligar a los diplomáticos con amplia experiencia en asuntos internacionales a abandonar su cargo por haber alcanzado los 65 años. No podemos ni debemos desperdiciar sus conocimientos, su sensibilidad, su trayectoria, más aún cuando se encuentran en plenitud de facultades físicas, porque nos arriesgamos a perder la continuidad en el manejo de la política exterior del Estado mexicano.
Proyecciones del Consejo Nacional de Población señalan que para 2050 la esperanza de vida de los mexicanos aumentara a 79 años. Si mandamos a su casa a los diplomáticos a los 65 años de edad limitaríamos su voluntad y disposición de servir a la nación cuando siguen siendo aptos física y mentalmente para ejercer su profesión.
Seamos sensibles a las necesidades de nuestro cuerpo diplomático, hay que fortalecerlos; reforcemos su profesionalización y eliminemos barreas artificiales para el desarrollo de sus funciones.
Me resulta increíble que personajes como la cónsul en Nueva York por llegar a los 65 años de edad, estando perfectamente --y los que la conozcan es una mujer entera, un mujer competitiva, una mujer valiente, trabajadora, con todos los conocimientos-- y porque cumple 65 años de edad se tiene que regresar a México aun cuando estaba haciendo un estupendo papel en Nueva York y debe regresar a su casa.
Yo nada más me imagino, imagínense compañeros senadores que a los 65 años ya no pudiesen ser senadores los que ya pasaron esta edad de 65 años. Honestamente creo que no se vale y en el Servicio Exterior Mexicano creo también que debemos hacer necesario para cambiar las reglas del juego.