*Científicos orgullosamente mexicanos
Durante los últimos 50 años las refinerías de petróleo, las industrias químicas y petroquímicas así como las industrias de combustibles sintéticos, han empleado el hidrógeno; de igual modo la industria del gas ha hecho uso del hidrógeno en forma líquida y en forma gaseosa para múltiples aplicaciones con un envidiable historial de seguridad. También la industria eléctrica ha empleado el gas de hidrógeno con objeto de enfriar el rotor y el estator de las grandes turbinas.
A pesar de ello, fue a finales del siglo XVIII que se le dio su primera aplicación práctica en el ejército francés al usar globos de reconocimiento, y un siglo después lo emplearon los alemanes en los dirigibles que cruzaban el Atlántico. Posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, el hidrógeno fue empleado como combustible para vehículos de todo tipo, incluidos los submarinos. Y así, con el auge del carbón y el petróleo, las posibilidades de la investigación y uso del hidrógeno como combustible se vieron disminuidas, solamente recuperando protagonismo hasta el surgimiento de la industria aeroespacial.
Hoy en día el interés por este gas se ha acrecentado, principalmente por la preocupación del deterioro ambiental y los efectos sobre el clima, además del posible agotamiento de los combustibles fósiles que hoy representan el principal combustible de todo lo que hacemos y movemos.
Esto ha llevado a la comunidad científica a considerar este gas como posible solución a la búsqueda de una fuente limpia, renovable e inagotable de energía. Además de ello, su principal ventaja es que su combustión produce agua, lo que se traduce en la mínima o prácticamente nula emisión de gases causantes de efecto invernadero.
El hidrógeno, en sí, es un elemento que no se encuentra libre en la naturaleza, que debe ser desincorporado de otros, pero su producción a partir de electrólisis del agua dulce, salada, salobre, tratada y de biomasa, mediante sencillos procesos con baja o nula emisiones a la atmósfera lo convierten en una opción viable para obtener energía renovable, estas cualidades hacen que el hidrógeno legalmente se catalogue como fuente de energía renovable ya que reside en la naturaleza y puede ser transformado en un energético para aprovechamiento, tal como lo establece el artículo 3º de la Ley para el Aprovechamiento de Energía Renovable y el financiamiento de la transición energética.
El uso del hidrógeno no debe sustentarse únicamente en las posibles soluciones a los problemas de contaminación y abasto de energía, sino que también debe sustentarse en proyectos de investigación que nos permitan desarrollar su manejo y uso adecuado para en un futuro cercano, usarlo en vehículos, aviones, trenes o en la generación electricidad.
Asimismo, otros países han tratado de seguir el modelo islandés de investigación y desarrollo de energías limpias y renovables, pero particularmente en el uso de hidrógeno.
En Paraguay recientemente se creó el Centro de Innovación en Tecnología del Hidrógeno, en Argentina en el año 2006 se promulgó la Ley 26.123 de Promoción del hidrógeno para declarar de interés nacional el desarrollo de tecnología, producción, uso y aplicaciones del hidrógeno como combustible y vector de energía.
También existen investigaciones, incluso más desarrolladas, en países como Canadá, líder en investigación y desarrollo de tecnologías del hidrógeno.
En España se creó el Centro Nacional del Hidrógeno; en México contamos con la presencia de instituciones, como el CONACYT, la UNA, el Instituto Politécnico Nacional, el CINVESTAV y la Sociedad Mexicana del Hidrógeno, a quien le reconozco esa integridad y esa capacidad de estos científicos orgullosamente mexicanos que ponen su conocimiento y su generosidad al pueblo de México.