*La crisis económica global incide en la cooperación

La crisis económica global ha incidido negativamente sobre los fondos y programas de cooperación. La ansiada meta de que los países desarrollados aportaran tres por ciento de su Producto Interno Bruto a estas tareas parece hoy un sueño lejano ante la contracción económica que han resentido diversos países de Europa, Asia y Norteamérica.

Sin embargo, estas condiciones no cancelan la necesidad imperiosa de seguir impulsando la cooperación.

Nos obligan, en cambio, a ser más creativos, a buscar fórmulas acordes al entorno económico que enfrentamos y a asegurar que los escasos recursos destinados sean utilizados con un máximo de eficiencia y con transparencia impecable.

Los parlamentarios tenemos un papel decisivo en estos ámbitos. La orientación del presupuesto y la vigilancia de su aplicación son tareas consustanciales a los poderes legislativos, así como lo es también, en el ámbito de la representación, la vinculación de los ciudadanos y sus demandas, con los gobiernos y sus acciones.

Como parlamentarios, también tenemos la tarea de generar entre la población de nuestros países una cultura de comprensión de los desafíos globales y la necesidad de la ayuda solidaria.

Los problemas internos de nuestras naciones no deben ser causa para generar desinterés o apatía respecto al sufrimiento de millones de personas en el mundo. Así que a la globalización de la indiferencia hay que anteponer la globalización de la solidaridad.

En México somos muy conscientes de que países como el nuestro debemos ir incrementando nuestras aportaciones. Si bien nuestras contribuciones monetarias todavía serán modestas por algunos años, podemos fortalecer sin dilación los mecanismos para compartir conocimientos sobre la manera de motivar el crecimiento, crear y fortalecer instituciones democráticas y combatir la pobreza. 

Las mejores prácticas de este tipo de países pueden ser motivación y guía para naciones que se encaminan hacia niveles similares de desarrollo.