A querer o no, Reforma Educativa pasará a la historia ensangrentada.
Con la muerte del profesor David Gemayel Ruiz Estudillo, ocurrido el 8 de diciembre pasado en Chiapas, se tiñe de rojo un proceso de elemental importancia que ya se le hacía falta al país, para bien del sistema educativo en su conjunto, aunque todavía falta mucho por hacer para eliminar los vicios que el propio sistema gubernamental engendró para sus fines políticos sexenales.
No se trata de buscar culpables de la muerte del maestro chiapaneco, sino de pedir a todos los involucrados, Gobierno y maestros de todos los colores, evitar violencia y coadyuvar a que se logre el entendimiento mutuo para que el país se transforme y todos, sin excepción, deben participar en el proceso.
Si alguien, llámese político, maestro o funcionario enquistado en el sector educativo del país, de esos que operan tras bambalinas y mueven piezas para controlar grupos que viven del sistema está intentando frenar a costa de lo que sea el cambio, es hora de renunciar e integrarse a los nuevos tiempos y no orquestar enfrentamientos con la mano oculta.
A nadie conviene ensangrentar al país y es momento del trabajo conjunto, pues nadie, que se sepa, busca revanchas.
Las condiciones para fortalecer el proceso de cambio en el sector más importante de México, como lo es el educativo, están dadas y avanza.
Entiéndase, ni desde el Gobierno, ni desde las entrañas del profesorado podrido se tienen derechos para desestabilizar a la nación.
Están a tiempo, compatriotas.