Guillermo Pimentel Balderas
María Alejandra Barrales Magdaleno, presidenta de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), afirmó que el mayor reto de las mujeres en política es impulsar políticas públicas a favor de la sociedad.
Destacó que las diputadas locales, que representan un 28 por ciento de la representación total en éste órgano colegiado, han demostrado su capacidad de organización para impulsar diversas leyes a favor de las capitalinas.
Al participar en las Jornadas de Reflexión por el Día Internacional de la Mujer, organizado por la Universidad Iberoamericana, la legisladora perredista consideró que las mujeres que están en los espacios de decisión están obligadas a convertir en políticas públicas sus acciones y propuestas, con el fin de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Actualmente, dijo que la V Legislatura tiene 66 escaños, de los cuales 17 son pertenecientes a mujeres y, gracias a la visión de las mismas, se ha logrado abordar temas, algunos polémicos, en el debate local y hasta nacional.
Recordó que en los últimos meses fue posible impulsar diversas reformas en contra de la violencia de género y ahora quien golpee a una mujer irá a la cárcel y no tendrá derecho a una fianza; a pesar que todavía hay resistencias en los Ministerios Públicos para aceptar las denuncias de las agredidas.
También, apuntó, fue posible tipificar el feminicidio, hacer una práctica cotidiana las mastografías para evitar el cáncer de mama, garantizar pensiones a los hijos de parejas separadas, crear el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam) y la primera ley de guarderías.
Alejandra Barrales reconoció que las cuotas de género son muy importantes, pues al no existir como una obligatoriedad para los partidos políticos muchas mujeres tendrían cancelada la posibilidad de acceder a los espacios de decisiones, lo cual es muy lamentable.
El segundo paso, una vez que las mujeres están en espacios de poder, es demostrar su capacidad y argumentos para ejercer sus cargos y, la tercera, justificar para qué sirve su intervención en la vida pública a la sociedad. “Tenemos que demostrar que cuando se llega no es sólo por un asunto de cuotas, sino por igualdad de circunstancias y capacidad como puede llegar cualquier hombre”.
Lamentó que exista un prejuicio cultural hacia las mujeres, ya que es muy común que la gente no se acuerde mucho de los tropiezos y equivocaciones que cometen los hombres cuando tienen poder. En cambio, si esa situación le pasa a una mujer, ésta queda “etiquetada” en su vida política.
Por eso, dijo, estamos obligadas a tener mucho conocimiento de cuál es nuestra condición como mujeres, no para victimizarnos, pero sí para estar muy conscientes de cómo se nos visualiza desde afuera.
“Cuando un hombre levanta la voz y reclama que no se le están respetando sus derechos, se convierte en una persona sujeta de admiración; pero cuando una mujer reclama parece chisme, berrinche, conflicto o pleito. Y estos prejuicios forman parte de lo que muchas mujeres tenemos que navegar a lo largo de nuestros trayectos”, aceptó.
“En política las mujeres no buscamos concesiones, pero de ninguna manera podemos permitir que sea una desventaja. El reto más importante que tenemos es lograr remontar este prejuicio cultural que existe en contra de las mujeres, desde el hogar, la escuela y el trabajo”, consideró.
En la mesa participaron también Helena Varela, del Departamento de Ciencias Sociales y Política de la Universidad Iberoamericana; Ruth Zavaleta, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; el doctor Miguel Eraña, entre otros.