“Las condiciones de hacinamiento y pobreza podrían expulsar a muchos jóvenes a la calle y, por consiguiente, originar un riesgo social”, advirtió Leticia Cano Soriano, profesora de carrera de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Al presentar el estudio El hacinamiento en la vivienda: un problema social para los jóvenes universitarios, realizado con alumnos que habitan en las delegaciones de Iztapalapa y Gustavo A. Madero, aseguró que la morada no es sólo asunto de muros y techos, sino del espacio vital de convivencia, crecimiento y desarrollo familiar, donde, con los elementos necesarios, las relaciones socio-familiares se pueden armonizar y mejorar.
Según datos dados a conocer en julio de este año por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 52 por ciento de la población mexicana se encuentra en situación de pobreza y 11.7 millones de personas viven en esa condición extrema.
“Este escenario es alarmante y desalentador, y nos debe poner en constante alerta en relación con varias dimensiones de la vida, sobre todo, con la que se refiere a los jóvenes”, consideró.
La vivienda es un derecho social que debe garantizarse a la población, y es indispensable que reúna condiciones de seguridad, confort, ventilación, privacidad e iluminación, entre otros servicios, aunque recientemente se ha difundido la falsa creencia de que una familia puede vivir en un espacio de 40 metros cuadrados.
“Por ello, resulta necesario recordar que el hacinamiento es un problema social vinculado, por lo general, a la pobreza; se presenta si más de dos personas comparten un solo cuarto (en primera instancia, el dormitorio); pero este fenómeno puede extenderse al espacio físico total, lo que impide que la familia realice adecuadamente sus actividades”, dijo Cano Soriano.
Reducción de espacios
El conflicto sociofamiliar puede surgir también si se reducen los espacios, pues los servicios deficientes que se derivan disminuyen las posibilidades de una convivencia adecuada.
Uno de los problemas interpersonales acotados por el estudio de Cano fue el de la privacidad, que afecta de manera preocupante a los jóvenes (individuos de 15 a 29 años, según la UNICEF); si se pretende que tengan rendimiento académico óptimo, requieren condiciones apropiadas, internas y externas.
Al situar su estudio en el espacio, indicó que Iztapalapa y Gustavo A Madero son demarcaciones donde aún hay precariedad, hacinamiento y déficit de vivienda.
“Iztapalapa es la demarcación de la Ciudad de México con más habitantes: más de un millón 800 mil, y Gustavo A. Madero tiene más de un millón. Se habla, entonces, de una densidad poblacional impresionante, en la que los problemas sociales y de servicios son tan diversos y complejos que pueden convertirse en detonantes adversos para el desarrollo de los jóvenes.”
Las preguntas formuladas se referían a si el hacinamiento influye en los universitarios para que pasen más tiempo fuera de su hogar.
En el análisis, buscó determinar cuánto tiempo permanecen en las moradas, no por la cantidad, sino por la calidad de esas horas.
Los resultados preliminares demostraron que, en 48 por ciento de los casos, la respuesta a la pregunta sobre su preferencia de estar más tiempo se ubicó en las opciones: fuera de ella, me da lo mismo y no lo he pensado.
“Dentro de la muestra, si bien en un porcentaje menor, hay quienes salen de su vivienda a las 5:30 de la mañana para ir a la escuela y regresan a las 8 ó 10 de la noche”.
Así, el fenómeno se ubica en una perspectiva multidimensional, porque al referirse a la precariedad, asociada también al deterioro físico del entorno y a la pobreza, se potencia la vulnerabilidad.
Atención urgente
Se consideraron también los recursos para las labores académicas, situación socio-económica y convivencia familiar.
Al respecto, se comprobó que la gran mayoría de los 99 encuestados que estudian en el turno matutino son solteros, e identificó que 30 por ciento vive en espacios de menos de 40 metros cuadrados y de hasta 60, como máximo.
“No obstante, la mayoría habita en unifamiliares y 70 por ciento tiene una propia; el resto (30 por ciento) reside en prestadas, rentadas o compartidas. Por otro lado, 18 por ciento afirmaron que su dormitorio es ocupado por tres, cinco o más personas”.
Las conclusiones preliminares de este estudio darán paso a la elaboración de un diagnóstico situacional en el que Cano Soriano incorporará algunas recomendaciones relacionadas con el rubro socio-escolar.