A esa ciudad convulsionada por protestas, donde la atención social y mediática está enfocada en los graves asuntos domésticos que nos aquejan, llega al Distrito Federal la IX Caravana de madres centroamericanas a recordarnos la tragedia humanitaria que nuestro país les está ocasionando.
Estamos ya a mitad del recorrido planeado y hemos tenido la fortuna de haber facilitado dos encuentros vía telefónica y 4 presenciales para júbilo y tranquilidad de 6 familias. Además hemos recibido una llamada desde Chiapas de una joven mujer que vio su propia imagen colgada al cuello de una de las madres.
La caravana ha transcurrido sin contratiempos y su seguridad bien resguardada a lo largo del camino por agentes federales, estatales y municipales además de funcionarios del INM, de la CNDH y de Amnistía Internacional.
En cada uno de lugares donde llegamos, hemos gozado de la participación solidaria de las numerosas organizaciones y albergues de la ruta. Son los anfitriones locales, indispensables para el buen transito y el éxito de la caravana, donde el pueblo mexicano demuestra con generosidad y empatía de los que nos reciben nuestra tradición de hospitalidad.