El planeta está prácticamente urbanizado, y de este proceso, acentuado en las últimas décadas, no ha escapado la Ciudad de México, que ha modificado y “creado” su propio clima, explicó Ernesto Jáuregui Ostos, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Reconocido como precursor de la climatología en México, expuso que el Distrito Federal padece un gradual, pero irrefutable aumento en la temperatura, debido a su morfología urbana. “No termina de crecer, aumentan los tramos asfaltados y es cada vez más notorio el alejamiento del ambiente rural”.
El académico universitario explicó que aunque el clima siempre ha sido una variable, como su nombre lo indica, las diferencias de temperatura se han manifestado con mayor amplitud; se corrobora una modificación regional en este ámbito.
“Alteramos el clima a escala local, de tal manera que no es positivo para el bienestar de la población”, precisó.
Jáuregui Ostos añadió que éste no es un fenómeno nuevo y fue documentado a principios del siglo XIX por un climatólogo que estudió la ciudad de Londres.
“La diferencia que existe en el actual es que se ha vuelto más extremoso, hay eventos de exceso de temperatura, ondas de calor, también lluvias desproporcionadas, todo ayudado y propiciado por la urbanización”, añadió.
Invierno y azoteas
Una de las situaciones favorables que ha traído la paulatina modificación en nuestra metrópoli, se registra en los últimos meses del año. “El incremento de la temperatura es benévolo en invierno, pues el aire es más cálido en el centro de la capital, por lo que vivimos una estación benigna”.
Asimismo, dijo que una de las medidas para procurar la mitigación de los efectos extremos es la creación de áreas verdes donde son escasas.
“Su carencia se da de manera pronunciada en el centro, por lo que la vegetación, hasta en las azoteas, es una opción viable para atenuar algunas secuelas”.
El climatólogo
Los impostergables vientos del tiempo han conducido a Ernesto Jáuregui a permanecer en su morada, donde practica la lucidez de un académico en ejercicio. Desde ahí, consideró una exageración que le reconozcan como “el climatólogo de la Ciudad de México”.
Sin embargo, al maestro universitario se le atribuye la incorporación a la jerga de la climatología mexicana términos como “isla de calor” y “bioclima humano”.
Por ello, y “en reconocimiento a su trabajo precursor en las ciudades tropicales, especialmente en la de México, en el que ha demostrado gran perspicacia científica a través de observaciones y análisis”, la American Meteorological Society (AMS), le confirió el premio The Helmut E. Landsberg Award, que le será entregado en Boston, Massachusetts.