Con base en la extensión territorial del Distrito Federal, las zonas verdes son prácticamente nulas, a excepción de los bosques de Aragón, Chapultepec y Tlalpan. Se necesitan más “pulmones” que colaboren a paliar esa ausencia, por cuestiones ecológicas y de otro género.

Por ello, Benjamín Ciprián Bolaños y Beatriz Sánchez de Tagle, con más de dos décadas de docencia en la Facultad de Arquitectura (FA), coordinan los proyectos Polígono Talismán y Polígono Industrial Oceanía.

De llevarse a la práctica, aportarían cerca de 100 hectáreas de áreas verdes y equipamientos culturales en beneficio de un considerable número de habitantes.

En ambos, participan estudiantes del Taller de Proyectos en la entidad, del séptimo y octavo semestre; posteriormente, muchos presentarán su tesis.

Localizados en la parte norte y oriente del Distrito Federal, los proyectos coinciden con sitios descobijados de áreas verdes. Han sido prácticamente abandonados, pero se puede cambiar el uso de suelo, con equipamientos culturales, inexistentes en amplias áreas de la capital del país, comentó Ciprián Bolaños.

En Ciudad Universitaria hay árboles, césped o jardineras, lo que no ocurre al norte y oriente de la ciudad, pues la mayor parte de la vegetación, junto con complejos culturales, se ubican en el sur. “Por ello, San Ángel y Coyoacán son conocidos como `cultisur´. No hay equivalente en el otro lado de la urbe”.

La ausencia de zonas verdes repercute en términos culturales, pues constituye una entidad educativa por las actividades que ahí se pueden desarrollar. Una persona que cohabita en esos espacios podrá entender de mejor manera el problema ecológico y será más probable que haga deporte, pues no se trata de sitios aislados, sino de puntos de reunión, detalló Ciprián Bolaños.

A su vez, Sánchez de Tagle abundó que el norte y oriente capitalino son zonas industriales abandonadas, y “en un gran radio de acción no se ven sitios con vegetación. Los centros comerciales son recreativos, la gente se reúne ahí, y eso deshumaniza”.

Dadas las circunstancias, se requiere de, por lo menos, tres extensiones iguales a Chapultepec. “Con los proyectos que presentan los estudiantes, se pretende hacer conciencia”, mencionó.

Proyectos

Polígono Industrial Oceanía se ubicaría sobre la avenida del mismo nombre; es lugar de bodegas y viejas fábricas abandonadas. El espacio es de 14 hectáreas, cerca del aeropuerto capitalino. “Los habitantes del rumbo serían beneficiados con espacios verdes, un museo, biblioteca, teatro y cineteca”, mencionó Ciprián Bolaños.

“Otro sitio es Talismán, cerca de La Villa, en la delegación Gustavo A. Madero; es mucho más grande, de entre 80 y 90 hectáreas. Es equivalente a una tercera parte del Central Park, en la ciudad de Nueva York”, indicó Sánchez de Tagle.

Además, acotó, “se planea establecer un instituto educativo y complementar con una escuela secundaria y una preparatoria, un núcleo educativo, similar a un instituto de altos estudios en términos cibernéticos”.

Ciprián Bolaños añadió que “la idea es generar una gran zona verde, donde puedan transformarse todas las bodegas existentes en industria de punta no contaminante”.

Uso de suelo

Asimismo, mencionó que la consideración de estas zonas en el Distrito Federal es variable y están sujetas al denominado uso del suelo. “Depende del lugar y la densidad poblacional permisible que determina de qué manera se manejará el número de niveles, la cantidad de área permeable y la densidad de construcción”.

Los niveles, explicó, son los pisos; el área permeable, el terreno libre sin construcción, e independiente al destinado a los estacionamientos, para que haya filtraciones de agua al subsuelo, y varía del 20, 30 ó 40 por ciento, y la densidad de construcción es el espacio ocupado por las edificaciones.

Las permeables deben ser de pavimento, utilizar adopasto o adoconcreto, que permitan la filtración del líquido; sin embargo, quienes construyen lo destinan a estacionamientos.

En las unidades habitacionales que cuentan con zonas verdes, algunos vecinos se aprovechan para instalar jaulas de estacionamiento o negocios de todo tipo.

Una cuestión que preocupa a Sánchez de Tagle es que “sería peligroso ver esas 100 hectáreas ocupadas por desarrolladores inmobiliarios, con problemas como una considerable concentración de carros”. Pero lo que alerta aún más, es que las hectáreas sean adquiridas por empresas desarrolladoras “y las saturen de viviendas y conflictúen mucho más las zonas”, concluyó.