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Vestigios arqueológicos de la Ciudad de México, al no contar con la protección ni el resguardo que requieren, son objeto de actos vandálicos o utilizados como un simple mirador; tal es el caso de la zona Cuahilama, ubicada en Xochimilco, aseguró el diputado Alejandro Rangel Segovia.
Señaló que en la capital del país, considerada la cuarta metrópoli más grande del mundo después de Tokio, Delhi y Shanghai, algunas zonas arqueológicas, en particular la que se ubica en las faldas del cerro Cuahilama, presentan daños graves en algunos petroglifos o grabados sobre roca, característicos de los pueblos prehispánicos, los cuales han sido alterados, pintados o destruidos, al grado de que muchos de ellos ya nos son visibles.
Esto, explicó el legislador, debido a que esta área se encuentra a la intemperie, sin protección y sin restauraciones continúas.
El secretario de la Comisión de Ciencia y Tecnología presentó un punto de acuerdo para que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en coordinación con la Delegación de Xochimilco, recupere y restaure la Zona Arqueológica Cuahilama.
El diputado federal por Guanajuato urgió a las autoridades federales, locales y delegacionales a poner en marcha las acciones necesarias para recuperar y restaurar esta zona arqueológica, ya que “al protegerla se salvaguarda nuestra cultura, raíces y aquello que nos identifica frente al resto del mundo”.
Consideró que a este problema no se le debe restar interés, que no es de menospreciar dicho problema, pues Cuahilama es una de las razones por las que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) calificó a Xochimilco como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.
“Es responsabilidad del pueblo mexicano y sus autoridades respetar y hacer respetar una arquitectura que data de cientos de años y que es reconocida a nivel mundial”, subrayó.
Destacó que la poca importancia otorgada a estos relevantes vestigios ha llevado a la pérdida de muchas de sus imágenes y al deterioro de ellas. “No es posible que tan importante centro histórico y cultural sea utilizado tan solo como un simple mirador, sin mostrarle el debido respeto que merece”.
Rangel Segovia comentó que dicha zona arqueológica data de los años 1400 a 1500 d. de C., construida en el territorio de Acalpixca (ahora Santa Cruz Acalpixca) por los xochimilcas, quienes plasmaron sobre las piedras algunos símbolos relacionados con la naturaleza y la cosmología, donde se aprecian imágenes de Ocelotl (Jaguar), Cipactli (Lagarto), Nahui Ollin (Movimiento), Iztapapalotl (Mariposa) y Xonecuilli (alusivo a Quetzalcóatl).
Las ruinas de Cuahilama, enfatizó, son lo más cercano y representativo de la vida agrícola, religiosa, social y cultural de los antiguos xochimilcas, quienes han sido reconocidos como un grupo de vasto desarrollo en diversas ramas del conocimiento, así como en lo militar, pues llegaron a conquistar otras regiones.
Reiteró que a pesar de la importancia que representa para la delegación de Xochimilco, para los capitalinos y en general para todo México, no se le ha otorgado a estos vestigios arquitectónicos la importancia debida, por lo que urge su protección y resguardo.