Extraer fósforo de la orina humana, para aprovechar un mineral fertilizante no renovable; convertir aceite usado de cocina en biodiésel, útil como combustible de camiones, y utilizar en las comunidades rurales estufas de leña que guardan calor, para optimizar el uso de la energía y reducir la liberación de humo, son las propuestas presentadas por la UNAM en la feria del Primer Encuentro Nacional de Ecotecnias. Tecnologías para el desarrollo rural, que inició en el campus Morelia de esta casa de estudios.
Organizado por el Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) de la Universidad Nacional, y el Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada (GIRA), agrupación civil local, el evento reúne a 35 ponentes y expositores de tecnologías limpias, así como a más de 180 asistentes de todo el país.
“Este encuentro es muy importante, porque convoca a muchos de los que estamos interesados en generar opciones para construir un nuevo mundo”, dijo en la inauguración el director del CIEco, Alejandro Casas Fernández.
Se trata de un primer esfuerzo de la UNAM y organizaciones no gubernamentales, que debe proyectarse hacia el futuro. “La Universidad tiene un interés particular en investigaciones que puedan atender las grandes problemáticas que aquejan al planeta. Este puente que establecen las ecotecnologías son fundamentales para lograrlo”, señaló.
Dedicado a lo rural
“El énfasis de este encuentro está en el sector rural, no como antítesis de lo urbano, sino como un área con rasgos propios, y complementaria a las ciudades. Destacamos esas zonas como un primer punto de convergencia, pues pensamos que aquí, a pesar de existir un rico acervo de experiencias ecotecnológicas, han tenido menos oportunidad de conocerse y sistematizarse. Además, en ese medio el modelo tecnológico dominante muestra algunos de sus mayores fracasos”, dijo Omar Masera Cerutti.
El coordinador académico de la Unidad de Ecotecnologías del CIEco, y co-organizador del evento, indicó que el 60 por ciento de los pobladores en el agro viven en extrema pobreza, y la mayoría tiene problemas graves de acceso a servicio e infraestructuras dignas en salud, energía, vivienda y agua potable.
“Esto contrasta con el potencial que representa un país megadiverso como México, con 244 mil localidades, 25 millones de habitantes rurales y 79 etnias, en donde 70 por ciento de los bosques, y buena parte de las tierras con vocación agropecuaria, está en manos de ejidos, comunidades y pequeños productores”, acotó.
En su oportunidad, Jaime Navia Anteziana, presidente de GIRA, recordó cómo un herrero-artesano que rehacía aparatos para responder a problemas concretos inspiró su labor, y agradeció a la UNAM los 25 años de trabajo conjunto.
Esther García Garibay, directora general del Consejo Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación, comentó que aunque este primer encuentro busca iniciar un nuevo camino para fortalecer las ecotecnias, la Universidad y las organizaciones civiles ya han hecho una larga caminata conjunta.
Recuperar orina del fósforo
José Luis Martínez Palacios, investigador del Instituto de Ingeniería (II), presentó un proyecto de recuperación experimental de fósforo de orina humana, que contribuye con 50 por ciento de ese mineral en el agua residual.
“Ese elemento es un recurso mineral no renovable, que se puede aprovechar como biofertilizante en la agricultura. Además, al recobrarlo es posible el reciclaje de agua libre de metales pesados”, explicó.
Mediante un tratamiento físico-químico realizado en un dispositivo de columna, se puede separar de la orina y evitar su llegada a las aguas de tratamiento. “Existe del orden de un gramo de fósforo por litro, y con dos o tres gramos es posible mejorar un cultivo”, expuso.
En una segunda etapa del proyecto, también busca recuperar nitrógeno, útil como fertilizante orgánico.
Biodiésel de aceite de cocina
En un proyecto conjunto entre la Unidad de Ecotecnologías del CIEco y la empresa Moreco, de Morelia, se ensaya la obtención de diésel a partir de aceite de cocina usado.
La transformación ocurre dentro de un reactor, a través de una reacción química sencilla, con el uso de hidróxido de sodio (la sosa que se utiliza para limpiar las cocinas) y un alcohol, llamado metanol, para producir biodiésel. Se puede usar aceite vegetal o animal, y en ambos casos funciona, aseguró Alfredo Fuentes Gutiérrez, responsable técnico de dicha Unidad.
Además, como subproducto obtienen glicerina, útil en las industrias farmacéutica y cosmética. “Hemos recolectado aceite usado de cocina de la cafetería del campus Morelia, de restaurantes, de fondas de la Universidad Michoacana, y hemos hecho pruebas de calidad”, añadió.
Varios camiones que llevaron asistentes al Primer Encuentro de Ecotecnias utilizaron el biodiésel obtenido mediante este tratamiento; mientras, el estante de la empresa Moreco recordó que, por cada litro de aceite de cocina que se tira al drenaje, se contaminan 100 litros de agua.
Estufa Patsari, de la academia al campo
Uno de los proyectos más exitosos y probados del CIEco es la estufa de leña Patsari, diseñada por Masera Cerutti para gastar menos leña y sacar el humo de la cocina.
“Permite cocinar limpio, fácil y seguro, y aprovechar un 60 por ciento más la leña”, apuntó Carmen Patricio, integrante de la Red Tsiri de mujeres que hacen tortillas con maíces nativos de Pátzcuaro, y promueven el uso de este aparato sustentable.
“El contacto con los investigadores de la UNAM no ha sido difícil, porque cada quien aporta su conocimiento”, destacó Carmen, mientras probó el uso del aditamento con gorditas y tortillas de Michoacán.