Mediante el uso de métodos y técnicas no destructivas ha sido posible analizar y, en su momento, restaurar obras de arte como la Máscara de Malinaltepec y el Acta de Independencia de 1821, explicó José Luis Ruvalcaba Sil, del Instituto de Física (IF) de la UNAM, coordinador de estos trabajos.

En el auditorio Marcos Moshinsky del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN), el investigador explicó los objetivos, alcances y resultados obtenidos, algunos en el laboratorio del Acelerador Pelletron, del que es responsable desde 2005.

Por las características de algunas piezas, en ocasiones realizan investigaciones in situ, que requieren el uso de aparatos portátiles; muchos de ellos, han sido adaptados o mejorados en el centro referido.

Con el Programa Análisis no Destructivo para el Estudio del Arte, la Arqueología y la Historia (ANDREAH), ha sido posible trabajar en la máscara, así como en piezas de piedra verde de Teotihuacan y del área maya, pertenecientes al Museo Nacional de Antropología e Historia.

Con los equipos portátiles de fluorescencia de Rayos X (XFR), los expertos determinaron las fuentes de esas piedras, y complementaron el registro de imágenes con diferentes tipos de luz, como ultravioleta o infrarroja, para su examen global.

En el caso de la máscara, proponen que pudo ser reelaborada en distintos tiempos.

Por lo que hace al documento original del Acta de Independencia, fechada el 28 de septiembre de 1821, los investigadores hallaron que los personajes que la signaron, como Agustín de Iturbide y Juan José Espinosa de los Monteros, secretario de la Suprema Junta Provisional Gubernativa, usaron distintos tipos de tinta. En total, figuran 36 rúbricas.

En las 91 mediciones realizadas durante las investigaciones, resultó que en la declaración, así como en la mayoría de las firmas, se empleó una clase de tinta, y hasta cuatro diferentes, en el resto.

Las tintas que aparecen son ferrogálicas; los universitarios estudiaron la integración de este elemento, así como el ex libris (etiqueta o sello que se estampa en el reverso de la tapa de los libros, donde consta el nombre del dueño o biblioteca a que pertenece) de Maximiliano, y los sellos de la librería española, que en su momento vendió el documento en la Península Ibérica.

Aplicaciones

Asimismo, con el uso del sistema del Haz Externo, del acelerador Pelletron, analizan objetos del arte nacional sin dañarlos: restos óseos, como un cráneo adornado perteneciente al área mixteca; arte plumario, donde determinan tipos de pigmentos, y esculturas polícromas, entre otros.

Con un haz de protones, explicó Ruvalcaba Sil, es posible estudiar directamente un objeto sin tomar muestras, como libros antiguos, para determinar, entre otras cosas, el tipo de papel, sus tintas y pigmentos.

En algunos casos, por la ubicación y condiciones de las piezas, no es posible trasladarlas al laboratorio; entonces, se aprovechan los proyectos Móvil I y II, que cuentan con aparatos portátiles con los que se pueden aplicar análisis in situ. Por ejemplo, a las pinturas del siglo XV del Museo Nacional de Arte, realizados con fluorescencia de rayos X, o las ofrendas del Templo Mayor y la Tumba 7 de Monte Albán, entre otras.

Pero no sólo aplica en objetos de antaño, sino también de arte moderno, como Las Dos Fridas, de Frida Khalo, y otras de David Alfaro Siqueiros.

Objetivos y metas

El experto mencionó que entre los objetivos planteados en la aplicación de técnicas no destructivas está preservar el patrimonio nacional y crear bases de información.

Por ello, entre los códices prehispánicos que han examinado está el Colombino, único en su tipo existente en México. Además, el de la Cruz Badiano, de la época de la Colonia (1552), así como el Azoyú I, de los siglos XVI y XVII; de éstos, no se contaba con información confiable de su composición.

Entre las metas de los universitarios, se encuentra la conservación preventiva, desarrollar e innovar técnicas analíticas y nuevas tecnologías, y formar grupos de investigación interdisciplinarios.