Por su trabajo fundamental para entender los mecanismos moleculares que subyacen a la generación de dolor, inflamación e irritación en los seres vivos, Tamara Luti Rosenbaum Emir, investigadora del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, fue distinguida con el Premio de Investigación 2011, en el área de Ciencias Naturales, que otorga la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Bióloga y doctora en Ciencias Biomédicas por esta casa de estudios, está adscrita al Departamento de Neurodesarrollo y Fisiología del IFC, donde encabeza a un grupo que estudia, a nivel experimental, la actividad de los canales iónicos TRP (siglas en inglés de Potencial Transitorio del Receptor), que funcionan como sensores de algunos estímulos del medio ambiente.
“Mi línea consiste en analizar los mecanismos moleculares que subyacen a la activación de los canales iónicos TRP, proteínas que detectan estímulos nocivos e irritantes en el medio ambiente. Algunas tienen que ver con la detección de estímulos dolorosos e inflamatorios. Entender cuáles son las regiones estructurales que intervienen en las diferentes funciones que llevan a cabo nos acerca a desarrollar estrategias con valor terapéutico”, explicó.
En el 2008, el grupo a su cargo publicó un trabajo en Nature Neuroscience, en el que se describió la región del canal TRPV1, que se encarga de detectar sustancias irritantes que se encuentran en algunas plantas pungentes.
Localiza y describe compuerta celular
En 2009, Rosenbaum y sus colaboradores localizaron y describieron una región de las proteínas, que en la membrana de las células funciona como una compuerta que abre o cierra el paso de iones (partículas con carga eléctrica) y participa en la generación de dolor, inflamación, picor y calor.
Esta compuerta forma parte de la estructura de los canales iónicos TRP, proteínas modulares y en los cuales, igual que en todas las demás proteínas, ciertas regiones estructurales se relacionan con su función.
Como una cámara fotográfica que abre y cierra su diafragma para permitir o detener el paso de la luz, se regula el paso de iones que dan a la célula la capacidad de responder ante un estímulo.
Los canales TRP son fundamentales para producir sensaciones, en respuesta al medio ambiente, y se encuentran en organismos unicelulares, invertebrados y vertebrados, incluidos los seres humanos.
La ubicación y descripción del funcionamiento de la vía TRPV1 fue un trabajo precursor en el ámbito mundial, realizado por Rosenbaum y sus colaboradores, que en 2009 se publicó en la revista Nature Structural and Molecular Biology.
Origen de las sensaciones
Los canales iónicos son proteínas que controlan el paso de iones por medio de las membranas celulares, de las que regulan sus propiedades eléctricas y bioquímicas.
En el laboratorio, Rosenbaum y su grupo trabajaron con los TRP, una familia de unos 30 canales de los que eligieron al TRPV1, el primero de seis del grupo de los receptores de compuestos de tipo vaniloide.
“Su belleza consiste en que no sólo responden a cambios en la temperatura del ambiente en el rango nocivo, sino que también a otros estímulos como irritantes de algunas plantas. Son la base molecular de la percepción de estos estímulos y, de ahí, se deriva la gran importancia de estudiarlos”, explicó.
El canal TRPV1 responde a temperaturas altas nocivas, al pH ácido (la acidez del ambiente), a la capsaicina y a la alicina, compuestos activos del chile y el ajo. Cada región está encargada de que funcione para dar respuesta a esos estímulos, recalcó.
“Nuestro hallazgo de 2009 fue localizar la región donde se encuentra la compuerta de activación de la proteína, es decir, la región que permite que el canal se abra y se cierre, y dé como resultado la activación. Es la primera vez que se describe esta región en los canales TRP”, resumió. De hecho, son pocos los iónicos para los que se ha descrito la compuerta de activación.
A futuro, Rosenbaum continuará con estos trabajos, pues asegura que todavía hay mucho por entender acerca de su función y cómo son regulados por diversos estímulos.
“Esto nos llevará a comprender mejor cómo es que los organismos perciben una diversidad de estímulos del medio ambiente, como los cambios en la temperatura y la presencia de sustancias irritantes que se encuentran en ciertas plantas pungentes. También nos permitirá entender por qué sentimos dolor ante ciertas condiciones patológicas”, detalló.
Distinción de la AMC
El Premio de Investigación de la AMC –que lleva como subtítulo Para científicos jóvenes– se otorga cada año en cinco áreas: Ciencias Exactas, Humanidades, Naturales, Sociales, así como en Ingeniería y Tecnología. Reconoce la trayectoria de un académico en cada campo y se entrega, con un diploma y un estímulo económico, en una ceremonia en la sede de la AMC.
“Es una satisfacción muy grande, particularmente porque no lo considero sólo un reconocimiento para mí, lo comparto con mis ex tutores, el personal de mi laboratorio que trabaja conmigo cada día, y con mi familia, que me ha impulsado y ayudado a hacer una carrera científica que hubiera sido mucho más difícil de lograr exitosamente, si no hubiera contado con su solidaridad”, finalizó.