Los mecanismos de defensa en todos los organismos, sean plantas o animales, pueden ser la oportunidad perfecta para generar nueva vida, al menos ese es el caso del hongo Trichoderma atroviride, revela un estudio encabezado por el doctor Alberto Herrera Estrella.
Para el hongo filamentoso un daño tiene como consecuencia su reproducción asexual al generar una serie de procesos moleculares que le permiten sobrevivir ante condiciones adversas, reportó recientemente el investigador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad, en la revista Proceedings of the National Academy of Science.
“Aquí, se describe que en el hongo filamentoso Trichoderma atroviride, una lesión resulta en la formación de estructuras de reproducción asexual restringida a las células en regeneración”, apunta Herrera Estrella.
El hongo por lo general crece en el suelo y se usa como agente de biocontrol, en forma de esporas, por lo que es necesario entender bien cómo se le controla para hacer más eficiente la producción.
Miguel Ángel Hernández-Oñate, colaborador de Herrera Estrella, añadió que Trichoderma atroviride se utiliza en casi todos los suelos pues ayuda a combatir enfermedades de plantas ante otros hongos o bacterias.
“Lo que descubrimos es que hay otra ruta, además de las que ya se conocían, que induce la reproducción asexual que es el daño mecánico”, explicó Hernández-Oñate.
Además de esta nueva forma de reproducción, los científicos conocían tres diferentes métodos de esporulación o reproducción: mediante incidencia de luz blanca, la limitación de nutrientes y la desecación del medio ambiente.
“La nueva forma de reproducción que encontramos se da por daño mecánico o herida en el hongo. Somos los primeros en demostrar el mecanismo que usa el hongo para lograr este desarrollo asexual”, precisó Hernández-Oñate.
“Como Trichoderma atroviride vive en el suelo, está sujeto a cambios físicos como el movimiento de la tierra y no es tan resistente, así que se rompe y la reproducción asexual es una forma de supervivencia para mantenerse vivo ante el estrés”.
Los hongos forman esporas o se reproducen sexual o asexualmente y para este caso los investigadores realizaron estudios en laboratorio con cajas de crecimiento en los que documentaban su desarrollo.
Este tipo de reproducción es una respuesta del hongo ante los posibles daños que sufre en el medio ambiente y aunque el método es utilizado por los productores de zetas y champiñones para obtener más productos, el equipo de Herrera Estrella ha sido capaz de describir a nivel molecular el proceso.
Los autores demostraron que la lesión desencadena la producción de una enzima llamada NADPH oxidasa, dependiente de la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS) –éstas son moléculas muy pequeñas y altamente reactivas que surgen del metabolismo del oxígeno y juegan un importante papel en la señalización celular- y que los genes Nox1 y NoxR son esenciales para el desarrollo asexual en respuesta al daño.
“Nosotros encontramos además evidencia que el peróxido de hidrógeno (H2O2) y las oxilipinas (un tipo de ácidos grasos oxidados), como ocurre en plantas y animales, pueden actuar como moléculas de señalización en respuesta a la lesión en los hongos, lo que sugiere que los tres reinos comparten una conservada defensa y mecanismos de respuesta”, finalizó Hernández-Oñate.