Sobre el artículo de Eric Séralini y sus colaboradores publicado recientemente en la revista  Food and Chemical Toxicology, en el que se muestran daños orgánicos y cáncer en ratas alimentadas con una variedad de maíz transgénico, se ha creado una gran polémica en nuestro país.

Agustín López Munguía, investigador del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), señala que la mayor parte de las conclusiones del estudio citado son muy cuestionables.

Una de las principales críticas -dice López Munguía en un texto que hizo llegar a la AMC- es que en el artículo no se proporcionan datos claros sobre los controles empleados en los experimentos, las variaciones que se tuvieron en los mismos y la falta de más controles. "En todos los casos se usaron menos ratas para hacer los controles que para analizar los tratamientos. No se muestra evidencia de diferencias significativas entre los controles y los tratamientos.

"Las ratas empleadas (Sprague-Dawley) con frecuencia desarrollan tumores mamarios, aun en el caso de dietas ricas y particularmente cuando se alimentan en exceso. ¿Es normal que estas ratas se alimenten con maíz? ¿Cuánto maíz comieron? ¿Por qué no usar un control con una dieta alterna?.

"Los autores no encuentran una relación entre ‘dosis’ y nivel de ‘daño’. Argumentan que la mínima dosis que emplearon ya era un exceso (condición saturante). Cualquier revisión seria hubiera exigido disminuir la dosis para probar el efecto dosis-respuesta. Las fotografías de las ratas afectadas con tumores son impresionantes, añade López Munguía. En una figura se muestran los tumores en las glándulas mamarias de las ratas alimentadas con el organismo genéticamente modificado (OGM) y Roundup (un herbicida cuyo principio activo es glifosato) pero ¿por qué no mostrar también la fotografía de una rata control, habiendo más del 30% de ratas afectadas? Equivale a decir: miren lo que le pasa a la que comió; pero sin mostrar los tumores de las ratas que sólo comieron maíz. Estas fotografías son las que recogió la prensa, por lo que el impacto mediático es muy negativo y no está apegado fielmente a la realidad”, afirma el científico mexicano.

Dado el extenso número de variables que afectan el experimento, los autores utilizan un análisis estadístico complejo (estadística no paramétrica) que sin duda es lo más apropiado. "Sin embargo, por la misma complejidad, dicho análisis requiere de muestras considerablemente más grandes de individuos que lo habitual.

Sin embargo, utilizan muestras más pequeñas de lo usual (solo 10 ratas de cada sexo, la mayor parte de las cuales desarrolló tumores). Uno se pregunta: si en el control se murieron 3 de 10 ratas y en uno de los tratamientos 5 de 10 ¿es esto significativo?

"No hay un mensaje implícito de que también es peligroso (aunque un poco menos) alimentarse con maíz no-OGM. Además, los OGM y el Roundup sólo parece afectar a las ratas hembra y no a los machos, este resultado es muy extraño y sorprendente. Tampoco se aportan datos sobre la composición de la dieta, se podría incluso pensar que el maíz pudo haber estado contaminado con aflatoxinas. ¿Se hizo alguna evaluación sobre la calidad del maíz?", se pregunta.

"En general, disminuir el uso de agroquímicos es una necesidad que siempre ha señalado el Comité de Biotecnología de la AMC, y es incluso una línea de investigación en el desarrollo de OGM. Sin embargo los autores seleccionan una dosis de glifosato basada en la que se usa en el agua de riego para eliminar la hierba cuando la planta aún no tiene semilla y se la dan a beber a las ratas.

“Es imposible alcanzar esas dosis en el producto. El estudio debería considerar cual es la dosis de glifosato que llega a tener el maíz (cuantificándolo) y en experimentos adicionales, determinar ¿cuál es la dosis letal media del glifosato?

Una conclusión racional sería que se requiere un estudio más amplio sobre los efectos tóxicos del glifosato.

"Pero el punto más cuestionable del trabajo es que los autores concluyen que la modificación genética al maíz (la actividad de una enzima o el efecto de su inserción en el genoma, produce los mismos efectos tóxicos que un exceso del agroquímico Roundup).

En el resumen señalan: ‘Estos resultados pueden explicarse por efecto de una disrupción endócrina no lineal causada por el Roundup, y también por la sobre expresión del transgene en el OGM y sus consecuencias metabólicas’. Cualquier investigador sospecharía inmediatamente de la dificultad para dar una explicación racional a semejante conclusión y generalización.

"En otro orden de consideraciones, por ya mucho más de 10 años, millones de animales en la Unión Europea (por no señalar a los Estados Unidos) han sido alimentados con soya resistente a herbicidas producida fundamentalmente en Brasil y Argentina. ¿Cómo es posible que hasta ahora no se haya producido ni reportado incidente epidemiológico alguno en toda Europa por el consumo de maíz o de soya?

"La manera en que la prensa ha tomado la noticia parece responder a la forma en la que el artículo está escrito: hay una inmediata generalización a los OGM y su daño en la salud. Tal generalización es absurda y debió ser criticada en la revisión del artículo. ¿Por qué la inserción de un gen le causa la misma toxicidad a una rata que beber un herbicida? Esta respuesta pudieron haberla obtenido de un estudio con otra línea de ratas por ejemplo, o bien dedicarse a detectar el efecto de la inserción en la expresión o silenciamiento de genes y su efecto en el cambio en el perfil metabólico de la planta", concluye el investigador.