Con una inversión estimada de 180 millones de dólares, el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) “Alfonso Serrano” inició su primera etapa de operación científica el pasado mes de mayo desde el volcán “Sierra Negra”, y ya se plantea dos retos inmediatos: consolidarse como un observatorio y publicar resultados en revistas científicas.
“El primer reto es obtener resultados científicos publicables en revistas especializadas, queremos que tengan un buen impacto. El segundo es que esto pase de ser un proyecto a un observatorio establecido. Para esto necesitamos completar el proyecto al cien por ciento y dedicarnos de lleno a la explotación científica del mismo”, dijo el doctor Alberto Carramiñana, director general del Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En una entrevista publicada el pasado jueves en el Boletín AMC, Carramiñana informó que para el ejercicio fiscal de 2013 ya recibieron apoyo para completar el cien por ciento de la superficie del telescopio. Actualmente solo están construidos 30 metros: “El plan es que al final del 2014 tengamos ya los 50 metros operacionales, el poder del telescopio en sí depende, más que del diámetro, del área. Así que esos 20 metros nos ayudan mucho en términos de la sensitividad y a concretar el potencial del telescopio”.
Lo que hace a este telescopio único en el mundo, dijo, son tres características principales: a) es el telescopio milimétrico más grande del mundo; b) su ubicación, en un sitio ventajoso, a 4 mil 500 metros; y c) el tipo de instrumentos que posee.
Y mencionó que un ejemplo de lo anterior es la antena. “Una galaxia que fue observada en el Observatorio Green Bank, que es una antena de cien metros le llevó 6 o 7 horas la observación; en el GTM, el mismo objeto pero en la banda milimétrica, se observó en 40 minutos”.
Con este instrumento astronómico se podrían resolver “preguntas que se encuentran abiertas, entre las que destacan la identificación de galaxias que están en proceso de formación, esto es, cómo era este proceso en el universo temprano, cuándo en la historia del universo se inició la formación de las galaxias y cómo fue aumentando. Otras preguntas son sobre las galaxias submilimétricas que ya se conocen, el objetivo es buscar a qué distancia se encuentran y en qué momento de la historia del universo se formaron”.
El GTM –explicó- detecta dos elementos: gas y polvo muy fríos, los cuales están relacionados con los procesos de formación de galaxias, estrellas y planetas, incluso de cúmulos de galaxias. Una ventaja del GTM es la ventana milimétrica, esto es, la posibilidad de observar en lo milimétrico las propiedades de la emisión del polvo, ya que con otros instrumentos no se puede observar polvo frío a distancias realmente muy grandes.
“Las distancias en astronomía normalmente se caracterizan en términos de un parámetro medible que es el corrimiento al rojo. Los objetos más lejanos que se han visto están alrededor de 9, este telescopio por su diseño puede llegar a observar objetos que están al corrimiento al rojo de 9 o 10, lo que nos permite rastrear la formación de las galaxias en las etapas más tempranas del universo”.
Finalmente dijo que contar con un instrumento astronómico de esta magnitud ayuda a retener investigadores, ya que al ver que en México hay un instrumento competitivo, los investigadores nacionales podrían quedarse en el país en lugar de irse a otros observatorios.
“También permite establecer colaboraciones de investigadores mexicanos con especialistas de todo el mundo. Además se favorece la apertura a la comunidad astronómica o científica nacional, la idea es promover que lleguen investigadores de todos los lugares de México”, concluyó.