Investigadores de la Facultad de Química (FQ), encabezados por el jefe del Departamento de Bioquímica, Javier Plasencia de la Parra, desarrollan un proyecto encaminado al aislamiento, selección y caracterización de cepas del hongo Fusarium verticillioides para buscar la tolerancia a la pudrición del maíz.
Los avances del estudio -que forma parte del Programa Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (MasAgro), cuyo objetivo es incrementar la producción agrícola del país-, fueron presentados en Texcoco, Estado de México.
Plasencia, que labora en conjunto con Vera Vega Ángeles, estudiante de la maestría en Ciencias Bioquímicas, y Eduardo Galeana Sánchez, pasante de la licenciatura de Química Farmacéutico-Biológica, explicó que una limitante en la producción del grano son las enfermedades causadas por hongos, bacterias, virus y otros organismos.
Uno de los que más afecta a la producción es el Fusarium verticillioides, que provoca la pudrición del tallo, la raíz y la mazorca. Ante ello, los universitarios buscan aislar y caracterizar cepas colectadas en distintas regiones de México, y que representen zonas de valles altos, trópicos y subtrópicos.
En el laboratorio, los universitarios identifican por criterios morfológicos y moleculares. “Se estudian algunos de sus genes para verificar la especie, pues la taxonomía es compleja”, expresó.
También, evalúan la capacidad de estas variedades para producir la toxina fumonisina, que constituye su factor de virulencia. El trabajo en el laboratorio y el de otros grupos internacionales de investigación han permitido determinar que esta molécula contribuye a que las cepas que la producen sean más agresivas.
Esta toxina, detalló Plasencia de la Parra, “tiene efectos sobre el metabolismo de lípidos de la planta, lo que conduce a la muerte celular y facilita la colonización por el patógeno; además, es capaz de contrarrestar las defensas de la planta al inhibir las glucanasas, enzimas producidas en respuesta a la infección”.
Con este trabajo, comentó, se busca tener cepas provenientes de distintas zonas geográficas del territorio que produzcan esta toxina y se puedan utilizar en los programas de selección de resistencia a la enfermedad. “Si se encuentran genotipos de maíz resistentes a las altamente agresivas, se podrá esperar su adaptación a diversas regiones y plantas más robustas y duraderas”.
MasAgro
El Programa MasAgro, impulsado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, en coordinación con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, informó que tiene entre sus objetivos fortalecer la seguridad alimentaria a través de la investigación y el desarrollo; generar capacidades y la transferencia de tecnologías al campo para que los productores incrementen sus rendimientos de manera estable, mejoren su ingreso y contribuyan a mitigar el cambio climático en México.
La iniciativa, presentada oficialmente en abril de 2011, está integrada por 158 proyectos nacionales –uno desarrollado por el Departamento de Bioquímica de la FQ– y tiene duración de 10 años.
Asimismo, aprovecha la infraestructura y experiencia de distintas instituciones del país, tanto públicas como privadas, y constituye “el primer esfuerzo real y con una visión a largo plazo que se ha hecho en México para incrementar la productividad agrícola en el país”, aseguró Javier Plasencia.
Además, indicó, MasAgro contempla una estrategia de extensión agrícola que implica el entrenamiento y certificación de especialistas, que contribuyan a transferir la tecnología y las semillas mejoradas hacia los agricultores, para desarrollar sus capacidades productivas a fin de obtener mayores cosechas, mejores ganancias y reducir costos.
Una de las metas del programa consiste en aumentar entre cinco y nueve millones de toneladas la producción de maíz de temporal (la actual es de alrededor de 13 millones de toneladas), mediante la utilización del germoplasma y variedades adaptadas a cada región, así como las mejores técnicas de agricultura de conservación.
MasAgro fue considerado en el Reporte de Agricultura para los líderes de los países industrializados agrupados en el G-20, como un modelo a seguir que contribuye a la seguridad global alimentaria y mitiga los efectos del cambio climático en la agricultura. En marzo de 2012, la Fundación Bill & Melinda Gates lo describió como “el programa más original existente hasta el momento orientado a la agricultura más frágil a nivel mundial”.