En el mundo hay 659 especies de salamandras, la mitad de éstas se encuentran en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especies amenazadas, de ahí que este año la organización no gubernamental Partners in Amphibian and Reptile Conservation (PARC) declarara el 2014 como el “Año de la Salamandra” para alertar sobre la acelerada disminución de poblaciones y cómo conservarlas.
Una de las nueve familias de salamandras en el mundo es Ambystomatidae cuya distribución es exclusiva de Norteamérica, se encuentra desde el sur de Alaska, este de Canadá, gran parte de Estados Unidos y la zona centro de México con 30 especies exclusivas de la región o endémicas; de éstas, 17 se encuentran únicamente en México y cuatro de ellas se pueden conservar en estado neoténico; es decir, se pueden reproducir en su estadio larval debajo del agua y mantenerse así hasta la muerte.
En el censo de axolotes que realizó, en los primeros meses de este año, el equipo de Restauración Ecológica del Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México encabezado por el doctor Luis Zambrano, se capturaron 15 salamandras en el canal de Chalco.
Estos animales se encontraban en estado larval y su apariencia era muy similar a los axolotes (Ambystoma mexicanum), que viven en Xochimilco. Gabriela Parra Olea, investigadora del ese instituto, especialista en sistemática molecular y conservación de anfibios, realizará pruebas genéticas a los ejemplares para corroborar a qué especie pertenecen.
Parra, doctora en Ciencias por la Universidad de Berkeley, explicó que las 15 salamandras encontradas en Chalco sufrieron metamorfosis después de unos días de haber sido capturadas, lo cual indica que tal vez sea otra especie de salamandra o un híbrido de Ambystoma mexicanum con otra especie.
“Hay cuatro especies de salamandras que pueden vivir y reproducirse debajo del agua. Se trata de Ambystoma andersoni, conocida como achoque de la Laguna de Zacapu; Ambystoma dumerilii, llamada achoque de Michoacán; Ambystoma taylori, de los lagos en los cráteres de Puebla, llamada axolote de de Alchichica; y Ambystoma mexicanum de Xochimilco o axolote”, indicó.
Estas salamandras se separaron hace 10 millones de años unas de otras, muy poco tiempo en términos evolutivos, de ahí que todavía pueda hibridar una especie con otra; sin embargo, por su ubicación geográfica, la investigadora no cree que haya habido apareamiento de alguna de estas especies con Ambystoma mexicanum; en cambio, sí pudo haber habido con la salamandra Ambystoma tigrinum, de amplia distribución en Norteamérica y la cuenca de México.
Parra Olea, que en 2010 obtuvo el Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias, en el área de Ciencias Naturales, explicó: “Mi otra hipótesis es que si no son Ambystoma mexicanum o un híbrido, alguien que los tenía de mascotas los liberó. Los Ambystoma que sufren metamorfosis se van a esconder a unos metros al bosque y regresan al cuerpo de agua a reproducirse. Ese es su ciclo. En este caso, por estar rodeados de infraestructura urbana no tienen a dónde ir, por lo que es muy difícil que una salamandra de Puebla haya ido a parar a Chalco”.
Delimitación genética y variabilidad
Gabriela Parra se ha dedicado a estudiar la biodiversidad de salamandras que hay en México y hacer hipótesis sobre su evolución, filogenia, sistemática y taxonomía. Ha descrito 14 nuevas especies de salamandras. “Muestreamos todo México, capturamos salamandras, secuenciamos su Ácido Desoxirribonucleico (ADN) y hacemos hipótesis evolutivas o delimitación de especies. El género Ambystoma es muy reciente. Encontrar diferencias genéticas entre las distintas especies no ha sido fácil porque hay mucha variabilidad morfológica, pero casi no tienen variabilidad genética”, comentó.
Las salamandras abundan en el Eje Neovolcánico Transversal, una cadena de volcanes que va del océano Pacífico al Golfo de México, y al secuenciar sus genes se estima el tiempo en que unas se separaron de otras debido a la formación de montañas y glaciaciones. De ahí que sean únicas en el mundo y estén en riesgo de desaparecer: el Ambystoma mexicanum está en peligro de extinción, las especies Ambystoma andersoni, Ambystoma dumerilii y Ambystoma taylori están clasificadas en peligro crítico por la UICN debido a la disminución de sus poblaciones y la destrucción de sus hábitats.
La especialista señaló que hace 10 millones de años el axolote o Ambystoma mexicanum se introdujo a los lagos y se aisló de las demás salamandras. Su población fue pequeña, por tanto, su variabilidad genética también lo fue. “Este hecho se suma a las condiciones adversas en Xochimilco y a que hay pocos ejemplares, si éstos tienen genes recesivos se corre el riesgo de que las siguientes poblaciones salgan con deformaciones. Toda esta información, llamada depresión genética, se puede obtener con un marcador molecular”.
A los anfibios se les corta una muestra de branquia, cola o tejido y se extrae su ADN. Puede ser el ADN de la mitocondria, del núcleo de la célula o ambos. Los marcadores son identificadores de genes. “Podemos usar un marcador genético para identificar si la especie está propensa a la extinción. Se puede saber si los reproductores son todos hermanos; es decir, se puede estimar cuántos reproductores se tienen y el índice parental”, explicó.