Se denomina microbiota normal, flora normal o flora nativa al conjunto de microorganismos que se localizan de manera habitual en distintos sitios del cuerpo humano, y que conviven con el huésped sin causar enfermedad.
Su presencia es fundamental para la supervivencia del hospedero, pues participan en funciones fisiológicas, como la digestión de alimentos, y evitan la colonización de otras bacterias potencialmente patógenas, explicó Rafael García González, académico de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Lo anterior se logra no sólo a través de la ocupación de un espacio, sino también por su proceso metabólico, al liberar sustancias con actividad antibacteriana, como ácidos grasos volátiles, peróxido de hidrógeno, bióxido de carbono, así como por la producción de compuestos antimicrobianos específicos como bacteriocinas, microcinas, reuterina y lactocina.
La microbiota se obtiene desde el nacimiento. En el momento que el bebé pasa por el canal del parto, adquiere bacterias de la vagina y de la región perianal de la madre. En caso de cesárea, el contacto ocurre con el medio ambiente o al ingerir alimentos, resaltó.
“Generalmente, realizan una serie de actividades que benefician al individuo, y viceversa, es decir, hay una relación simbiótica, donde existe tanto mutualismo, como comensalismo; ambas partes reciben beneficios”.
Su función
Rafael García mencionó que lo primero que tiene que hacer un microorganismo para mantenerse en el sitio donde vivirá es colonizarlo, para lo que debe tener las herramientas necesarias. En el caso de las bacterias, capacitadas para ello, tienen una serie de estructuras de superficie (cápsula o proteínas de adherencia), con las que se unen a un sustrato determinado y empiezan el proceso, a multiplicarse, y encontrar los elementos necesarios para su desarrollo.
Ejemplo de ello es la placa dentobacteriana, que se inicia con microorganismos que tienen la capacidad de elaborar estructuras de superficie, en este caso una cápsula, malla o película de polisacáridos.
Esta última cuenta con espacios en los que se quedarán atrapadas otras, lo que origina la formación de microcolonias. Realizada la colonización, los sitios son ocupados por la microbiota y el patógeno no encuentra espacio y puede ser eliminado.
La vitamina k
El académico de la FM citó que hay bacterias como Escherichia coli. Entre sus capacidades (que son muchas y pueden ser benéficas o perjudiciales para el humano) está la elaboración de vitaminas, como la K, de la que existen tres tipos: la K1, elaborada por plantas verdes y que puede obtenerse también de la carne o de algunos cereales. La K3, de origen sintético, y E. coli, que puede elaborar la K2 (menaquinona); la función de ésta es variada y tiende a activar el sistema de coagulación.
Al experimentar con algunos animales se ha observado que los que tienen deficiencia presentan hemorragias masivas y descontroladas. Su carencia se encuentra también relacionada en calcificación del cartílago, malformaciones óseas y depósito de calcio insoluble en paredes arteriales.
También interviene en otros procesos metabólicos y puede ser considerada como un elemento necesario para el ser humano. Si bien se puede obtener de los alimentos, la cantidad que proporciona una bacteria es grande, por lo que rara vez habrá deficiencia de vitamina K, concluyó.