Antropólogo mexicano fue uno de los primeros del mundo en sistematizar un método para obtener ADN de restos humanos de hasta 12,700 años.
Hace 12 años el antropólogo físico mexicano Adrián Martínez Meza y la doctora María de Lourdes Muñoz se convirtieron en unos de los primeros científicos en el mundo en lograr sistematizar un procedimiento de laboratorio para obtener ADN antiguo de restos óseos humanos de hasta 12 mil 700 años de antigüedad, lo que ha permitido obtener información valiosa sobre poblaciones antiguas y prehispánicas a nivel molecular. Los avances y retos de investigaciones en la materia se revisarán en el Primer Seminario de Antropología Molecular de México, que se desarrollará a partir del 28 de febrero.
La actividad científica, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), se efectuará los últimos martes de cada mes hasta el 27 de noviembre próximo, en el Museo Nacional de Antropología, donde luego de casi década y media de la aplicación de la investigación molecular en la antropología física, se reunirán los principales estudiosos en el país dedicados a esta disciplina enfocada al estudio de poblaciones antiguas, prehispánicas y actuales.
El investigador Martínez Meza, de la Dirección de Antropología Física (DAF) del INAH, indicó que en la década de 1990 planteó la hipótesis de que en cualquier hueso se podía encontrar ADN antiguo y se lanzó a la aventura de comprobarlo. Tras tres años de estudio concluyó que éste se encuentra en mayor cantidad en ciertos lugares del esqueleto, que pueden servir como “huesos diagnósticos” para futuras investigaciones.
Conjuntamente con la bióloga María de Lourdes Muñoz, encargada del Laboratorio 1 del Departamento de Genética y Biología Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), crearon uno de los primeros laboratorios de antropología molecular del país (INAH-IPN), donde se estudian huesos de poblaciones muy antiguas y han podido aislar ADN mitocondrial de huesos humanos de hasta 12 mil 700 años de antigüedad, para corroborar sexo, parentesco biológico, migraciones y enfermedades padecidas, entre otros aspectos.
Un ejemplo, dijo, del desarrollo de este tipo de estudios ocurrió con el esqueleto del “Hombre de Tepexpan”, cuya antigüedad está calculada en cinco mil años. Hasta principios de este siglo se creyó que este ejemplar correspondía a un hombre; a partir de una polémica entre los estudios de dos antropólogos —en los años sesenta del siglo pasado—, los análisis de la forma de sus huesos y sus medidas (antropometría) no permitían ponerse de acuerdo en definir su sexo. “Fue hasta que se aisló el ADN mitocondrial en el hueso, como se comprobó que el código genético seguía la secuencia XX, es decir, se trata de restos de una mujer.”
El antropólogo físico Adrián Martínez explicó que para la década de 1980 apenas existían unos tres artículos publicados en el mundo sobre este tipo de investigaciones; pero el tiempo permitió corroborar que en los huesos se conserva ADN, y desde 1995 se estudia en México la lectura de códigos genéticos de seres humanos de las épocas precerámica (12,700 a 3,000 años a.C.); prehispánica (3,000 a.C. a 1,521), Colonial (1,521 a 1,810) y moderna, a partir de lo único que sobrevive a la degradación total de un individuo: el esqueleto.
“En los huesos antiguos es posible recuperar más ADN mitocondrial que nucleico; cada célula tiene un núcleo y varias mitocondrias, pero el ADN del núcleo —donde está la información de los genes paternos— se degrada más rápidamente que el mitocondrial —donde se guarda la información de los genes maternos—, en este sentido la técnica de extracción de ADN antiguo ha tenido éxito a partir del ADN mitocondrial.”
Esta condición, destacó Martínez Meza, es parte de la técnica de extracción de ADN mitocondrial. “Si bien en todo el esqueleto se puede encontrar ADN, se tuvo que hacer un ‘mapeo’ de todo el esqueleto para corroborar si hay algunos huesos donde se conserva más ADN antiguo que en otros, y se comprobó que en la región de la cadera y el tórax se preservan más células.”
Bastan, abundó, sólo dos gramos de hueso, que una vez pulverizado se depositan en tubos de ensaye para separar las células, y obtener apenas microgramos de moléculas donde yace el ADN mitocondrial. Una vez recuperado el ADN, éste sólo se puede “leer” a través de rayos ultravioleta. “Es lo más pequeño que se pueda imaginar, de los tres miligramos de polvo de hueso se obtienen microlitros de ADN, una sustancia transparente incolora que, expuesta a la luz ultravioleta, asoma bandas de color rosa fosforescente donde están ‘escritos’ los códigos genéticos que determinan las características de cada individuo.
“Es un código de combinaciones que determina el sexo, color de piel, forma de cabello, ojos, pero también enfermedades padecidas en vida, malformaciones, entre otros aspectos. La lectura de estos códigos, entre otros aspectos, ha ayudado a definir las relaciones biológicas de las poblaciones prehispánicas.”
El antropólogo Adrián Martínez destacó que son ya 15 años de trabajo en antropología molecular en México, durante los cuales se han creado laboratorios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la UNAM, la Universidad de Guadalajara (Campus Ciénega), el Hospital “Dr. Manuel Gea González”, el Cinvestav de Irapuato, Guanajuato y el de la DAF-Cinvestav.
“Cada laboratorio trabaja diferentes aspectos; la ENAH y el Gea González, las enfermedades en poblaciones vivas; en el de Guadalajara las poblaciones indígenas, y nosotros en la DAF-Cinvestav trabajamos poblaciones antiguas.
“De dichos laboratorios han surgido varios estudios y se han formado nuevos investigadores. Cabe destacar que la primera tesis doctoral de antropología molecular en España, es de un biólogo mexicano que aplicó esta sistematización en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde ayudó a crear el primer laboratorio de antropología molecular de ese país, que se convirtió en escuela para otras universidades españolas e instituciones de investigación en Sudamérica.”
Adrián Martínez puntualizó que a década y media de impulso a la antropología molecular, es tiempo de entablar un diálogo académico que permita visualizar lo que se desarrolla en cada laboratorio mexicano y compartir experiencias. Es así que, con la finalidad de revisar logros, alcances y retos, se efectuará el Primer Seminario de Antropología Molecular en México.
Entre los temas que se revisarán destacan: Filogenia (historia evolutiva) de las poblaciones humanas prehispánicas y contemporáneas, Perspectivas de la Antropología Molecular en México, Parentesco biológico en el México prehispánico, Metodologías para la extracción de ADN en poblaciones prehispánicas, Historia y composición genética de las poblaciones mexicanas, Estudios moleculares de las malformaciones en México y Estudios genómicos de la obesidad, entre otros.
El foro científico, que se desarrollará del 28 de febrero al 27 de noviembre próximo, tendrá como sede el Auditorio “Fray Bernardino de Sahagún” del Museo de Antropología (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec). Para los estudiosos de áreas afines tendrá valor curricular, pero estará abierto a todo público interesado. Entrada gratuita. Mayor información en el correo electrónico
Revista Protocolo