Por Jorge Salvador Aguilar Gómez
La sensación fue de satisfacción, el viernes a las cuatro de la tarde, oliendo aún a tinta fresca, el Machia, rescatado del tercer círculo del infierno ha vuelto a cabalgar por estas tierras. Convencerlo de hacer el viaje me costó once años, pero logré que nos visitara, al menos temporalmente.
Es posible que igual que su diablo Belfegor, quiera regresarse al oscuro reino, cuando vea el desmadre en que se ha convertido el Estado que el imaginó como una obra de arte, normado por leyes, en manos de gobernantes patriotas dedicados a engrandecer a sus sociedades.
A diferencia del Machiavelli consejero de tiranos, difundido por espíritus hipócritas, que representa la perversidad y la maldad del poder, este es un hombre complejo, pragmático y patriota, esposo amante y libertino consuetudinario, capaz de aconsejar que se debe vencer con la fuerza o con el fraude; eliminar a quienes puedan o deban ofenderte y el que asegura que bien usadas pueden llamarse aquellas crueldades que…se hacen de golpe, por la necesidad de afianzarse en el poder, y sobre las que luego no se insiste, o el que afirma que al apoderarse de un Estado, el príncipe deberá estudiar muy bien, todas aquellas ofensas que considere ineludibles, y actuarlas de golpe, para no tener que renovarlas día a día; el que predica sin rubor que es necesario que un príncipe sepa actuar según convenga, como bestia y como hombre; pero es también el que pregona que no se puede honestamente y sin ofender a otros, satisfacer a los grandes, pero si se puede satisfacer al pueblo, porque el del pueblo es el fin más honesto que el de los grandes, ya que estos quieren oprimir y aquel no ser oprimido; el mismo que establece, que a un príncipe le conviene contar con el favor del pueblo, de lo contrario no tendrá remedio alguno en la adversidad.
Nuestro Machia regresado del infierno, es un ciudadano que ama a su patria más que a sí mismo, es el hombre que está dispuesto a cruzar los Alpes ocho veces para defender a su ciudad, una hazaña casi de record Guiness, el que gusta del vino, las mujeres y otros placeres menos ortodoxos, un funcionario que se enfrenta a papas y reyes para defender a su Florencia, que está convencido que un Estado sin buenas armas y buenas leyes no puede subsistir en una Europa dominada por monarcas voraces y disolutos, que piensa que una sociedad corrupta no se sostiene libre ni un día.
El lector que se atreva a encontrarse con este Machiavelli, saldrá de esta lectura, igual que Dante salió del infierno, como si hubiera nacido de nuevo.
Escribí esta novela para compartir la pasión por el Renacimiento con mis amigos y con todos aquellos que quieran ir al encuentro del origen de nuestra civilización, donde se gestaron nuestros valores, nuestra manera de ver el mundo. Espero encontrar compañeros para este viaje; sé que no se arrepentirán.
A partir de esta semana El príncipe de Florencia camina por estas tierras, haciéndonos experimentar la pasión por el poder.