El recientemente inaugurado Museo de Ciencias del Cráter Chicxulub, dedicado a difundir el conocimiento generado alrededor de este impacto ocurrido en nuestro planeta hace 66 millones de años, es uno de los referentes más tangibles de uno de los eventos críticos en la evolución de la vida en la Tierra, ya que marca el fin de la era de los dinosaurios y el inicio de la de los mamíferos, en la que también aparecen los primates y el hombre.
Este gran evento en la historia de la Tierra da nombre a una de las cuatro salas con las que cuenta el museo en su primera etapa: Historia de la Vida, Biodiversidad, Evolución, Extinciones Masivas de Organismos, Dinosaurios y Mamíferos, y junto con estas se encuentran El Universo y el Sistema Solar; Cráteres de Impacto y Chicxulub; así como Yucatán, Entorno Natural, Cenotes y Manto Acuífero, Flora, Fauna y Arqueología.
El museo ocupa los pisos dos y tres de la Biblioteca del Parque Científico y Tecnológico de Yucatán (PCTY), y “es el primero que tenemos en el país dedicado exclusivamente a Chicxulub. Se hizo tratando que fuera un museo de ciencias; está ahora enfocado al cráter, pero iremos añadiendo contenidos para hacerlo más atractivo y con un espectro más amplio de temas y de exhibiciones temporales. El Museo forma parte de los programas del sistema SIIDETEY y del gobierno del estado de Yucatán. Uno de los objetivos del museo es que sea dinámico y orientado a la investigación e innovación”, dijo Jaime Urrutia Fucugauchi, vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias y coordinador del proyecto.
Sobre la intención de enfocar al museo a la investigación, el geofísico describió que los estudios en torno al cráter continúan, pues se siguen analizando la estructura profunda y mecanismos de formación del cráter, los efectos del impacto y el control que éste tiene en los procesos geológicos en la península incluyendo, sobre todo, la circulación de aguas subterráneas.
“La idea es que los resultados que se vayan obteniendo se vean reflejados y se sumen a las exposiciones; queremos transmitir que todavía tenemos preguntas que resolver y que los estudios están generando nuevas líneas de investigación. El deseo es compartir a los visitantes, a los niños y jóvenes especialmente, que la investigación es una labor interesante y activa, en la que se formulan hipótesis y que al tratar de comprobarlas se van generando nuevas, esto con la idea de mostrarles que la investigación científica puede ser una opción para ellos”, dijo Urrutia, también miembro de El Colegio Nacional.
No es el primer museo sobre un cráter en el mundo, pero sí uno de los más ambiciosos
Jaime Urrutia apuntó que la Tierra experimentó a lo largo de su historia una cantidad importante de impactos, pero de esos choques no hay cráteres que correspondan en proporción sobre la superficie de nuestro planeta. Ello se debe a que la Tierra es muy cambiante, es más dinámica con la erosión, por el vulcanismo y otros fenómenos que borran las huellas de los cráteres y estructuras geológicas, incluyendo cadenas montañosas como las del Himalaya que van a estar en el futuro, de acuerdo con Urrutia, reducidas a planicies porque la erosión las va ir degradando.
“Estos procesos en la Tierra hacen que nuestro registro de impactos sea muy reducido, tenemos menos de 200 documentados y de estos solo tres son los cráteres grandes (Chicxulub de unos 200 kilómetros de diámetro; Sudbury, en Canadá, de 250; y Vredefort, en Sudáfrica, con 300). El Chicxulub se puede estudiar porque es el más reciente, el mejor conservado y es el único cráter complejo de grandes dimensiones del que se puede investigar para conocer sus características a profundidad, los procesos que genera, así como conocer un poco más de los materiales fragmentados tras en el impacto”.
Los museos de este tipo en el mundo que pudieran tener alguna similitud con el de Chicxulub, se encuentran dos en Europa, el Museo “Rieskrater”, del cráter Ries (24 kilómetros de diámetro), en la ciudad de Nordlingen, en Alemania; y en Francia, el Museo de Rochechouart, del cráter de mismo nombre (de 21-23 kilómetros de diámetro), ambos recintos centrados principalmente en contenidos relacionados con estos impactos.
En Norteamérica se encuentra el Museo del cráter Sudbury, en Canadá, que se edifica en una parte de la mina de níquel del lugar, un mineral que apareció producto del impacto, lo que hace interesante su presencia.
Urrutia Fucugauchi mencionó que uno de los objetivos del Museo del cráter Chicxulub es, como se dijo, ir ampliando las exhibiciones, ya que por ahora se muestra solo un tercio de lo que se planea exhibir. Como parte del programa del museo se tiene programado construir un edificio y laboratorios para los estudios del cráter, con ello se estaría iniciando la construcción de una red de museos de ciencia e innovación tecnológica dentro del PCTY, extendiendo el área de astronomía e incluyendo otros como el de matemática maya. “Ya tenemos el terreno para esta expansión dentro del Parque y contamos con el proyecto arquitectónico, y los planes para la primera etapa del segundo edificio”.
La idea principal de la construcción del museo, precisó el investigador, no solo involucra ampliar las instalaciones y área de exhibiciones sobre el cráter, sino se trata de un proyecto más amplio.
“El nombre sería una opción atractiva, porque mantiene a Chicxulub como polo de atracción en la comunidad científica con amplia difusión y reconocimiento en un amplio espectro de disciplinas. El impacto y cráter Chicxulub es un término de importante connotación, ya que marca el paso entre dos eras, la transición del Mesozoico al Cenozoico, que ha sido crucial en la evolución de la vida de nuestro planeta”, concluyó el científico.