“Todos los dentistas de México tenemos un pasado común, dejemos que la historia nos una”, es la frase que da la bienvenida al nuevo Museo de la Facultad de Odontología, donde se exhiben instrumentos, equipos y mobiliario utilizados en los siglos XVIII, XIX y XX, establecido para honrar la memoria de los precursores de esta disciplina y recordar a las nuevas generaciones el origen de esta profesión.

El espacio museográfico, ubicado en el vestíbulo de la biblioteca de la instancia, fue montado con piezas de su acervo histórico con donaciones de Aquiles Brindis, Enrique Durand, Teresita González de Robledo, Eugenia Reyes, Alfredo Espinosa, Jorge Fastlicht, Teresita Durand, Margaret Anne Hoffman, Víctor Manuel Espinosa y de León, María Hirose López, Víctor Esponda Gaxiola y Lourdes Aguilar de Esponda.

En la exposición, el visitante se trasladará al México de principios del siglo XX con una réplica del consultorio de Zacarías Esponda Moguel, titulado en la Universidad de Filadelfia, Estados Unidos, considerada la escuela dental mejor equipada y organizada de la época. También podrá imaginarse en la antesala de una consulta con el cirujano dentista Enrique Durand Flores, y conocerá una de las primeras unidades dentales para la atención especializada de niños.

El mobiliario, instrumental, equipos y medicamentos exhibidos cuentan la historia de dentistas de épocas, señaló Martha Díaz Gómez, jefa del Departamento de Historia de la FO.

“El objetivo es mostrar el legado de estos precursores a los estudiantes de la carrera y a los profesionales. Si no conocemos el origen de la disciplina, no podemos elegir qué rumbo tomará la odontología”, sostuvo.

Antecedentes

Un pequeño museo montado en la primera década del siglo XX, después de la apertura del Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, es el primer antecedente de la sala. Se exhibían rarezas, como mandíbulas de primates.

La también coordinadora del Seminario de Historia de la Odontología recordó que, después de unas décadas, se instaló un espacio para exhibir instrumentos en desuso, por la belleza de su diseño.

En 2004, se inauguró la Sala de la Odontología Mexicana en el Palacio de la Autonomía Universitaria, en las calles de Primo Verdad y Guatemala, el mismo edificio que albergó a la Escuela Nacional de Odontología de 1935 a 1958.

Cuenta con una biblioteca con más de dos mil libros, en español, inglés y francés, editados entre el siglo XIX y la mitad del XX, que muestran las técnicas, materiales y conceptos de los dentistas desde hace más de 150 años, subrayó.

El archivo histórico del recinto resguarda más de 15 mil documentos clasificados y catalogados para su consulta, para realizar investigaciones sobre el pasado de la profesión. Además, se exhiben equipos, instrumental y medicamentos utilizados por dentistas de épocas pasadas, recibidos en donaciones.

Viaje por el tiempo

Díaz Gómez destacó que la instalación de tres consultorios dentales, de épocas distintas del siglo pasado, constituye el eje del museo.

El primero, recrea el de Zacarías Esponda Moguel, con mobiliario, piezas, instrumental y frascos de medicamento de la época en que instaló su gabinete en el centro de la Ciudad de México, después de concluir sus estudios en EU. Por los adelantos tecnológicos de que disponía —utilizaba equipos eléctricos, mientras que sus colegas aún recurrían a los de funcionamiento manual— su trabajo mereció el reconocimiento del diario El Imparcial, en 1905.

También se exhibe una réplica de la clínica del dentista francés Enrique Durand Flores, llegado a nuestro país en 1919. Cuenta con una unidad dental, equipo de rayos X, instrumentos y medicamentos de la primera mitad del siglo pasado, para imaginar el lugar de trabajo del odontólogo que ejerció la profesión hasta el último día de su vida.

El tercer consultorio muestra uno de los primeros equipos de odontopediatría, una vitrina para instrumental médico, anestesia general y un estuche de coronas de cromo y acero. “En sí, cada pieza constituye una obra de arte”, consideró la responsable del recinto.

En las vitrinas del espacio museográfico destacan las piezas creadas por Honorato Villa, quien aplicó principios de ingeniería en el diseño de modelos de masticación. Construyó sus propios medios audiovisuales para estudiar la relación entre los dientes y su función, una gran aportación en su época, explicó.

Se muestran los medicamentos utilizados por los dentistas antes de la invención de los antibióticos, para combatir infecciones dentales y de tejidos blandos (encía, paladar, lengua, labios y carrillos).

Incluso, algunos conservan sus empaques originales, sin abrir. “En un momento, una caja sin importancia se convierte en una pieza histórica, al tener impresas las fórmulas de sus contenidos”, subrayó.

Además, se exponen fotografías de la primera escuela de odontología en México, el Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, fundado por Ricardo Crombé, Juan Falero, Teófilo Valdés, Alfredo Reguera, José Rojo y Ricardo Figueroa, que comenzaron a impartir sus clases a los primeros seis alumnos inscritos en abril de 1904.

En el espacio museográfico destacan la escultura de Crombé, el primer director de la instancia, obra de dos dentistas, padre e hijo: Rafael Esponda Vilas y Víctor Esponda Gaxiola, y el busto de Justo Sierra, quien apoyó la creación de la primera escuela dental en nuestro país, pieza procedente de la Academia de San Carlos.

El material exhibido relata la historia de la odontología. Para llegar a los avances actuales en la disciplina, se recorrió un largo camino, que debe ser conocido por las nuevas generaciones, concluyó.