Las granizadas recientes registradas en diferentes zonas del país, como Nuevo León, Veracruz y Tlaxcala, que han producido daños en casas y cultivos, no son atípicas. Tampoco hay suficientes datos para establecer que estos fenómenos son más severos debido al cambio climático, ni que van en aumento. “Lo que hay es más información, y la gente está más atenta”, afirmó Graciela Binimelis de Raga.
La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) sostuvo que estamos en el comienzo de la temporada de lluvias, y dado que hay mucho calentamiento solar en superficie, se produce convección y movimientos ascendentes muy intensos dentro de las nubes que favorecen la producción de granizo.
Es muy difícil pronosticar dónde va a caer exactamente, (al igual que la ubicación precisa de dónde se formará un tornado); sólo se puede hacer con muy poca anticipación. Pero “a partir de observaciones en la atmósfera se puede saber si las condiciones meteorológicas son favorables para que haya un desarrollo de nubes convectivas muy profundas, que den lugar a una caída de hielo hasta la superficie”.
Binimelis de Raga explicó que en esta época la mayoría de las nubes convectivas contienen agua en sus tres fases: vapor, líquida y sólida (hielo). Tal es el caso de los llamados cumulunimbus, de gran extensión vertical y 10 o 12 kilómetros desde la base hasta el tope, donde las temperaturas pueden ser de 60 grados bajo cero.
También en este tiempo la atmósfera es muy inestable debido al calentamiento solar. La superficie terrestre se calienta porque la atmósfera es casi transparente a la radiación del Sol; ello produce también que las capas atmosféricas bajas estén a mayor temperatura, sean más livianas y tengan una flotabilidad positiva, es decir, experimentan una aceleración hacia “arriba”.
Si a eso se suman condiciones meteorológicas favorables se generan nubes convectivas de gran tamaño, que pueden dar lugar a la caída de granizo.
En condiciones inestables, el aire que se encuentra cerca de la superficie de la Tierra asciende, se expande y se enfría, y se produce la llamada sobresaturación. Entonces, se forman gotitas sobre partículas, que luego crecen por choques entre sí, obteniéndose así gotas más grandes. Asimismo, se producen dentro de las nubes cristales de hielo, nieve y/o granizo. Al conjunto de gotitas, gotas de lluvia, cristales de hielo, nieve y granizo se les conoce con el nombre de hidrometeoros.
Si la inestabilidad atmosférica es muy grande, los movimientos verticales dentro de la nube son muy fuertes: se registran corrientes ascendentes muy intensas y, también descendentes.
Además, hay procesos de choques entre los distintos tipos de hidrometeoros, que dan por resultado su crecimiento, mencionó Binimelis de Raga.
Si la convección es muy intensa las corrientes verticales durarán por mucho tiempo y los hidrometeoros alcanzarán un tamaño considerable. Entonces, puede ser que lleguen a tierra en forma sólida en lugar de líquida, reiteró.
El granizo, señaló la científica, se forma en muchas oportunidades dentro de las nubes convectivas, pero en pocas llega al piso. Debe ser lo suficientemente grande para “enfrentar” a las corrientes verticales ascendentes. Además, se requieren ciertas condiciones en las capas bajas de la atmósfera, de otro modo, el hielo se derrite y llega a tierra en forma de gotas muy grandes; si la atmósfera baja está muy seca, incluso, lo puede evaporar.
Para que se formen pedazos grandes, con base en colisiones entre gotas y cristales, se necesitan bajas temperaturas y que los movimientos ascendentes sean muy intensos para mantener en suspensión a las gotas y a los embriones de granizo que crecen hasta tener velocidades de caída que puedan vencer a las corrientes verticales y caer por su propio peso.
El tamaño, expuso Binimelis, depende del tiempo que esté en suspensión dentro de las corrientes ascendentes, en la parte que se denomina “mixta”, en la que se observan simultáneamente gotas líquidas, cristales de hielo y embriones. Entre más tiempo permanezca éste en esa zona, su tamaño será mayor.
En tanto, abundó, su velocidad de caída dependerá de su masa, pero podría ser de hasta 40 metros por segundo, para granizo de cinco o seis centímetros de diámetro. En todos los casos, dentro de la nube alcanza tamaños más grandes que el que se observa una vez que llega a tierra; es decir, que el granizo se derrite en el transcurso de la caída porque la temperatura es mayor que cero y por fricción, finalizó la experta.