Los momentos más cercanos del nacimiento del universo conocido fueron detectados por investigadores del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics.
El equipo liderado por John Kovac, profesor asociado de dicho centro, anunció ayer que detectaron de forma indirecta ondas gravitacionales a través de un patrón en el cosmos distante que revela la hiper-expansión del universo, mejor conocida como inflación cósmica.
Gerardo Herrera Corral, especialista del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, explicó que el hallazgo fue realizado con el proyecto basado en el Polo Sur Background Imaging of Cosmic Extragalactic Polarization (BICEP 2), financiada por National Science Foundation y en la que participa Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, entre otros.
“Lo que hoy se anuncia es que los especialistas fueron capaces de ver en esa luz detalles de un efecto de polarización que afecta el patrón de la radiación y, con ello, una evidencia indirecta de la existencia de las llamadas ondas gravitacionales”, comentó Herrera Corral.
El investigador detalló que la inflación es un fenómeno muy importante que ocurrió inmediatamente después del Big Bang, pues luego de la explosión el universo se infló muy rápidamente y ocasionó la emisión de las ondas gravitacionales.
Las ondas gravitacionales son una predicción muy sólida de la Teoría de Einstein, que hasta ahora no se han podido medir directamente porque son muy débiles. Su presencia habla de eventos como explosiones o choques de estrellas, o agujeros negros.
Cuando hay una interacción muy violenta entre dos objetos, por ejemplo dos estrellas que chocan entre sí o una que explota, el campo gravitacional se perturba. Mientras se produce esta perturbación produce una distorsión que viaja a la velocidad de la luz que podría ser detectada.
Las ondas ofrecen información sobre qué es lo que pasó o de cómo se comportaron estos eventos.
El equipo de Kovac considera que esta es una evidencia directa del proceso de inflación, el “cual se dio cuando apenas habían pasado 10-35 segundos del Big Bang, (para que el lector se de una idea del lapso de tiempo tan corto se trata de 0.00000000000000000000000000000000001 segundos), el proceso duró un tiempo similar, es decir, 10-34 segundos y se detuvo otra vez”, añadió Herrera Corral.
En ese tiempo tan corto el universo pasó de un tamaño más pequeño que un protón al de una pelota o naranja.
“Para entender este proceso la gravitación era fundamental y sus efectos fueron enormes porque estaba contenida en dimensiones muy pequeñas y cuando se infló se emitieron ondas gravitacionales que viajaron con el universo, a medida que éste se expandía, 380 mil años después la luz se liberó y emitió la radiación de fondo y estas ondas polarizaron esa luz”, explicó Herrera Corral.
La luz son campos eléctricos y magnéticos que están oscilando y según la orientación de las oscilaciones es su polarización. Cuando la luz del Sol llega a nuestra atmósfera se polariza y ese fenómeno se puede observar con una lente que solo permita pasar las oscilaciones en una dirección disminuyendo la intensidad.
La luz son campos eléctricos que están oscilando y pueden hacerlo de forma vertical u horizontal. Si se coloca una lente polarizada -incluso de uso comercial-, se podría ver únicamente la componente vertical de la luz que llega a los ojos (una luz que se atenúa). Si se toma otros lentes y se colocan en otra dirección se oscurece la imagen porque se cubre la componente horizontal, tapando todos los espectros.
Hay otras componentes de polarización como la tensorial. Esta es la componente que detectaron los científicos de Harvard. Lo que hallaron fue un 20 por ciento de polarización tensorial que no se puede entender sin pensar en que existe algo que produjo ese efecto, y las ondas gravitacionales son la única causa conocida.