Los museos se han convertido en centros que favorecen el espectáculo, en detrimento de experiencias de conocimiento, placer estético y relaciones personales. En síntesis, de soñar con un mundo mejor, afirmó Pablo Rico Lacasa, curador, académico, gestor cultural, productor y editor con reconocimiento internacional.
En este contexto, San Carlos Centro Cultural es ejemplo de la trascendencia de reparar espacios para utilizarlos en beneficio de la cultura. “El arte es un buen instrumento para cambios positivos. Tonifica las ideas y la imaginación, te da un golpe en el corazón, aprendes, compartes experiencias. Una exposición se convierte en el lugar de los encuentros, con uno mismo, con el mundo, con el pasado, con el futuro, con otras personas, con tus anhelos”, dijo.
El descubrimiento
Sebastián de Morra. Francisco de Goya, que integra el nuevo ciclo de exposiciones de San Carlos Centro Cultural, está a cargo de Rico Lacasa, quien montó su muestra 303 a partir de la primera obra del creador ibérico localizada en el continente, en el acervo del recinto ubicado en el Antiguo Barrio Universitario.
Al analizarla, el curador español determinó que era un grabado y no un facsímil de una obra original, una reproducción creada partir de una pintura de Diego Velazquez. Al reverso, se lee la palabra Gil, en clara referencia a Jerónimo Antonio Gil, fundador de la Real Academia de San Carlos de las Nobles Artes, hoy Antigua Academia de San Carlos.
Para descubrirlo, se valió de un cuentahílos, lupa para examinar el detalle más fino de los originales, impresos, fotolitos y similares. Se compone de tres piezas planas de metal que se pliegan entre sí. “La mirada que te permite es un diálogo con el artista, a través del tiempo”.
“O lo compró Gil antes de viajar a la Nueva España, o Goya se lo regaló. Pudo ser en 1783, año en que la recién fundada escuela de arte solicitó material a la Academia de San Fernando. Es la primera obra de Goya y la primera imagen de una pintura de Velázquez en América”, explicó.
En la exposición se proporciona información del grabado a los visitantes, en un texto que puede leerse en menos de 10 minutos, para después pasar a la sala donde se expone la obra, que cuenta con siete sillas transparentes. Al contemplarla, los interesados pueden escuchar una grabación acerca de la vida del bufón Sebastián de Morra.
Una vida con Goya
La fascinación de Pablo Rico Lacasa por la obra del creador de La maja desnuda, nació al cursar la licenciatura de Filosofía y Letras, en la Universidad de Zaragoza. “A Federico Torralba, especialista en Goya, lo considero mi maestro. Sus clases eran un torrente, me atrapó el personaje, su historia y su obra”, recordó.
A los 28 años, Rico Lacasa impartió en Japón su primer ciclo de conferencias. Las charlas versaron acerca de la juventud del autor de 700 pinturas, más de dos centenares de grabados y unos mil dibujos. A los 30 años, el curador fue designado como titular de la Cátedra Francisco de Goya.
También, encabezó las exposiciones municipales del Museo Pablo Gargallo y de la Sección de Museos y Exposiciones del Ayuntamiento de Zaragoza, en los que promovió y dirigió más de un centenar de muestras. Además, dirigió la muestra antológica del pintor en el Palacio Ca’Pesaro de Venecia, y su programa de actividades en homenaje al pintor, en 1992.
El creador de la serie Las pinturas negras es el punto de partida del arte moderno y contemporáneo, al influir en la producción de grandes creadores de todos los tiempos, estableció quien dirigiera la Fundación Pilar i Joan Miró, donde encabezó la realización de más de 600 actividades culturales y artísticas.
“Hans Hartung, padre del tachismo, quedó fascinado con los cuadros de Goya en su infancia, lo que marcó toda su vida. En el Museo del Prado conoció Los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío, que le impresionó. Al conocerlo, me confesó que su obra está inspirada en las manchas de sangre que observó en la pintura”, ejemplificó el también comisario independiente de exposiciones, y responsable de proyectos museográficos nacionales e internacionales desde 1997.
Además del pintor franco-alemán, Sigmar Polke, Jake y Dinos Chapman, entre otros artistas, han recurrido a las creaciones de Francisco de Goya. “Forma parte de la historia del arte, porque fue radicalmente contemporáneo en su tiempo. A casi 200 años de su muerte, aún es fuente de inspiración”.
El responsable de exposiciones como El Settecento Veneciano, estableció que dos periodos en la vida del pintor determinaron toda su trayectoria. En el primero, quedó casi sordo. De no ser por su enfermedad, tal vez no tendríamos al Goya que reconocemos como uno de los grandes artistas de la historia, pues en esta etapa creó la serie de 80 grabados Los Caprichos, su primera gran obra a nivel universal, consideró.
En la guerra de independencia española, el artista firmó a favor de José Bonaparte como rey de la península. “Goya confió en el advenimiento de un sistema constitucional. En el momento que se da cuenta de las atrocidades del régimen, sufre un conflicto moral e ideológico”. En esta época, creó Los desastres de la guerra, serie de 82 grabados, considerada casi un reportaje de los acontecimientos registrados en España, en este lapso.
En 1824, con más de 70 años, el artista estuvo vetado para pintar a nivel oficial, tenía problemas con su hijo Javier por la herencia de su esposa, y su pareja era Leocadia Zorrilla y Galarza, 42 años más joven que él, musa que inspiró sus obras hacia el final de su vida. Por temor a la represión en contra de los liberales que habían apoyado la Constitución de 1812, abandonó Madrid y viajó a Burdeos.
Rico Lacasa consideró estos sucesos de gran interés. “El resumen de su creación es el dibujo que trazó antes de morir en la ciudad gala, el 15 de abril de 1828: un anciano con melena blanca, sosteniéndose con dos bastones. Lo tituló `Aún aprendo´”.