Científicos de México y Asia obtuvieron la secuenciación del genoma del chile, lo cual permitirá no sólo mejorar las características del fruto, también ayudará a reconstruir la historia sobre cómo se domesticó y se esparció por todo el mundo.
El trabajo es liderado en México por el doctor Luis Herrera Estrella, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, en colaboración con una veintena de investigadores de China, a su vez encabezados por el científico Cheng Qin.
El chile es un cultivo popular en muchos países latinoamericanos y asiáticos, es originario de México y en poco tiempo llegó a China, explicó Herrera Estrella. “¿Cómo lo hizo? No lo sabemos. Puede ser que se lo llevaron los españoles a Europa, de ahí pasó a Medio Oriente y luego a China, o pasó directamente de México a China a través del galeón Nao de China que llegaba a las costas de Guerrero mucho antes de que vinieran los españoles”.
El investigador, especialista en fisiología vegetal, mencionó que tener el genoma del chile permitirá determinar si el producto que hoy se cultiva en Europa es más cercano al de los mexicanos, si los que van a Medio Oriente están más cercanos a los de Asia, o si los de Asia son más cercanos al mexicano, lo que marcaría el camino que siguió este fruto.
Para la investigación, en la que participó también el doctor Rafael Rivera Bustamante, se aprovecharon del chile silvestre o chiltepín las semillas resguardadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), las cuales fueron colectadas en la Sierra de Querétaro, además de la variedad zunla, que se cultiva en la provincia china de Guizhou.
“La primer pregunta que nos queremos responder es dónde se domesticó en México el chile: si en Mérida, o en la zona centro o norte de la Península de Yucatán y de ahí cómo migró en el resto del territorio mexicano y luego al mundo”, expuso Herrera Estrella.
Para alcanzar este objetivo, los especialistas ya colectan cerca de 40 variedades de chile producido en el resto del planeta, que al ser secuenciadas permitirán establecer la ruta de migración.
De los 35 mil genes que tiene la semilla, los especialistas también ya trabajan en la identificación de aquellos encargados de dar resistencia a enfermedades, tamaño, color y sabor del fruto.
El investigador del Cinvestav explicó que, por ejemplo, el tomate y la papa tienen un número de genes parecido, pero la gran diferencia entre cada uno es el tamaño del genoma, pues el del chile es cuatro veces más grande que el de la papa y el tomate.
“El análisis filogenético sugiere que los pimientos probablemente divergieron de las patatas hace unos 36 millones años”, precisó Herrera Estrella.
El trabajo, publicado hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, añade que la domesticación de esta planta inició en torno al 6 mil a.C., y que los pimientos representan un alimento de importancia comercial, medicinal, ornamental y de los cultivos; con 34.6 millones de toneladas de frutas frescas cosechadas en todo el mundo en 2011.