A pesar de los avances tecnológicos, de la globalización y de la creación de nuevas profesiones, en México la ingeniería sigue vigente y en buen estado de salud, aseguró Gonzalo López de Haro, secretario general de la facultad del área (FI) en la UNAM.
En el marco de la conmemoración, este primero de julio, del Día Nacional del Ingeniero, el académico aseguró que esta profesión ha evolucionado, las tecnologías han cambiado, los métodos son distintos pero, en esencia, sus carreras mantienen el mismo espíritu desde que iniciaron: “crear satisfactores para el bienestar de la sociedad”.
Esta disciplina, en cualquiera de sus vertientes, tiene vigencia e importancia estratégica para la nación, porque sus profesionales son quienes crean la infraestructura nacional. A mediados del siglo XX, el país experimentó un incremento sustancial en vías carreteras, presas, desarrollos petroleros, electrificación y telecomunicaciones, porque los ingenieros estaban organizados, atentos a las demandas.
Nacido en 1974
El Día Nacional del Ingeniero se integró al calendario de efemérides en 1974, por decreto presidencial, impulsado por la Unión Mexicana de Asociaciones de Ingenieros (UMAI), que entonces agrupaba a cerca de 40 colegios y asociaciones técnicas.
Se eligió esta fecha porque el 1 de julio de 1776, -aún territorio de la Nueva España-, se estableció el Real Seminario de Minería, y esa área en el país fue el origen de las distintas carreras relacionadas. Al final del periodo colonial, las minas se habían explotado de manera irracional, lo que preocupó a la misma España, que decidió tomar acciones para tecnificar la actividad y así nació el Seminario.
El 1 de julio sirve para recordarle a la sociedad que esta profesión existe, sigue viva y es útil.
La ingeniería en México
López de Haro explicó que en la actualidad alrededor de 600 mil personas estudian en este campo del conocimiento; en apariencia se trata de una matrícula grande, pero algunas carreras que se imparten tienen orientaciones más de tipo administrativo o técnico.
Se estima que en México hay entre 200 y 250 instituciones que imparten programas de licenciatura en el área o carreras afines, y se producen 40 mil profesionistas al año. No es una cifra baja, pero China genera 300 mil.
En contraparte, el país requiere de más ingenieros civiles. Francia, por ejemplo, tiene medio millón de kilómetros cuadrados de superficie y medio millón de kilómetros lineales de carreteras, y nuestra nación, que cuenta con dos millones de kilómetros cuadrados de territorio, tiene una red carretera de sólo unos 400 mil kilómetros, apuntó.
Por otro lado, aquí se cuenta con cuatro millones de hectáreas de riego, “que no es una cifra baja para el tamaño del país, el problema es que la misma cifra la teníamos hace cuatro décadas. Algo similar ocurre en el desarrollo de las telecomunicaciones y el ámbito energético”.
En cuanto a la formación de nuevos ingenieros, señaló que la carrera de Ingeniería Petrolera es una de las de mayor matrícula que se imparten en la FI. “Se piensa que en un futuro próximo los hidrocarburos se terminarán, pero no es así, lo que se acabará es el petróleo barato, por lo que se necesitarán mejores profesionistas para aprovechar esa riqueza”.
Gonzalo López resaltó que la FI en la UNAM tiene un abanico amplio en oferta de carreras. Se conserva la de minas, que dio origen a las demás. Si bien la maquinaria de explotación y los métodos han evolucionado, “preparamos a los expertos que se harán cargo del sector en los próximos años”. También se ofrecen programas de vanguardia como la mecatrónica y geomática.
Asimismo, se debe avanzar en otras disciplinas, como sistemas médicos, pues la práctica de la medicina depende cada vez más de dispositivos eléctricos, electrónicos y mecánicos o prótesis para enfermos o pacientes fracturados; respecto al ámbito energético, se busca un mejor aprovechamiento de diversos tipos de energías alternativas como la solar, eólica y mareomotriz, entre otras, sin embargo, “Lo ideal sería que esos desarrollos no se compraran en el extranjero”, expresó.
En general, se trata de una profesión poco conocida por la sociedad, no se tiene claro qué hacen los ingenieros; no es una ciencia, pero tiene fundamentos científicos; no es arte, pero también tiene algunos paralelismos; tampoco es únicamente técnica.
Es de vocación social, muchas veces no bien juzgada porque el ingeniero labora con algunos elementos sujetos al azar, consideró. Toma decisiones importantes en condiciones de incertidumbre, ante la posible ocurrencia de sismos, fenómenos meteorológicos extremos y desastres naturales, basado en una capacidad que se desarrolla con el tiempo, que es el juicio profesional.
“A veces nos acusan que no producimos los profesionales que la industria demanda, pero a las escuelas nos toca hacer nuestra parte y a la industria la suya. Los fundamentos sólidos se aprenden en la escuela, pero la otra parte se obtiene en la práctica profesional”, concluyó.