Poner en alto la agricultura campesina, difundir entre la sociedad entera sus virtudes e impulsar una agenda a su favor en próximas reuniones y cumbres de organismos internacionales, fue un acuerdo principal alcanzado al concluir el “Encuentro Internacional Economía Campesina y Agroecología en América: movimientos sociales, diálogo de saberes y políticas públicas”.

El evento se realizó en conmemoración del 20 aniversario de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre en la Ciudad de México.

En su proclama final, este Encuentro estableció un compromiso de los 310 participantes, hombres y mujeres procedentes de 16 países y 16 estados de la República, para conformarse en una red ciudadana que participará en las actividades de la sociedad civil de cara a la próxima Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe,  y de cara a la 13 Conferencia de las Partes (COP) del Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, a realizarse en marzo y diciembre de 2016, respectivamente, ambas en México.

Ello, para “impulsar una agenda a favor del cambio de modelo agroalimentario, con base en los campesinos y las campesinas y la agroecología de cada país”. Esta posición se impulsará también en la próxima COP 21, en París, pues este tipo de agricultura, de prácticas campesinas y alejada de transgénicos y de agroquímicos, ofrece la posibilidad de enfriar el clima, de actuar contra el cambio climático.

Este miércoles, último día del Encuentro, los participantes –indígenas, campesinos, líderes y miembros de organizaciones sociales, académicos, científicos, estudiantes, comunicadores, universitarios y otros- escucharon y validaron los resolutivos de las cinco mesas de trabajo que desarrollaron, y coincidieron en la necesidad de propiciar un segundo Encuentro Internacional con los mismos conceptos, a fin de fortalecer una red de redes que induzca una valoración social y de los gobiernos de América y otras regiones a favor de la agricultura campesina (también denominada agricultura indígena ecológica, agricultura familiar, agricultura de pequeña escala), vista como la única opción viable de producción de alimentos sanos y diversos, con visión territorial, con dignidad para los productores y con respeto al medio ambiente y al planeta.

La otra agricultura, establecieron en su proclama final, es la llamada agricultura industrial, agronegocio, o agricultura empresarial de gran escala, y esa “es parte de los proyectos de muerte” que están deteriorando los recursos naturales y están propiciando daños sociales y a la salud humana. Esta agricultura industrial es una de las actividades que están calentando el planeta, pues participa con más de 20% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Las mesas de trabajo que se tuvieron en el Encuentro mostraron los principales retos del medio rural: “Organización campesina, movimientos sociales y políticas públicas”, “Diálogo de saberes y alternativas tecnológicas”, “Igualdad de género y relevo generacional”, “Agrobiodiversidad y cambio climático” y “Nutrición y soberanía alimentaria”.

En la proclama final del Encuentro se estableció: “Somos conscientes que no sólo la economía capitalista, sino todo el modelo civilizatorio que se nos ha impuesto, están al borde del colapso. Es un monstruo enorme que, herido de muerte, lanza zarpazos que multiplica todo tipo de violencias. Violencias que causan una cantidad nunca vista de sufrimiento, tanto de los seres humanos, como de toda la comunidad de seres vivos y de nuestro planeta, nuestra madre Tierra. Este modelo civilizatorio colonialista, patriarcal y clasista que se expresa en nuestros campos y en nuestra mesa es el modelo de agricultura industrial de los agronegocios. Una acumulación sostenida en el despojo de los bienes comunes y en la desmedida explotación del trabajo. Un enriquecimiento de los siempre más ricos que en aras de proyectos de lucro en materia energética, minera, turística, agroexportadora conlleva una nunca vista privatización global de las tierras y una enorme violencia sobre los territorios, los recursos naturales, el agua, los ecosistemas. Y ante todo violencia sobre las comunidades humanas expropiadas de sus bienes, expulsadas de sus territorios y explotadas en su trabajo a veces de forma semiesclavista”.

En contraparte está  “el modelo de agroecología campesindia, que es un paradigma de repuesto, no sólo para la agricultura, la alimentación y el cambio climático, sino para la vida toda frente al colapso civilizatorio que vivimos. Por ello consideramos un deber de solidaridad y un compromiso político ineludible el compartirlo, el divulgarlo, el hacerlo avanzar por toda nuestra América”.

Tanto en los resolutivos de las mesas, como en la proclama, los participantes del Encuentro se comprometieron a mantener un diálogo intenso, en busca de intercambio de saberes, de información sistemática, de investigación en común, de experimentación y de comunicación con otros actores de la sociedad. Todo ello, “para fortalecer la agroecología campesindia”, como un nuevo paradigma de desarrollo no sólo del agro y del medio rural, sino de la sociedad en su conjunto. Un nuevo paradigma para la sostenibilidad y la vida.

Acordaron propiciar la articulación de organizaciones del campo, académicos, organizaciones civiles de todos los sectores de la sociedad, que luchen de manera permanente por impulsar un modelo económico alternativo y políticas públicas enfocadas en la agroecología. Asimismo, generar enlaces entre productores y consumidores para revalorar los alimentos diversos y alejados de los agroquímicos de la agroecología, para contribuir a una buena nutrición y con soberanía para todos.

Un acuerdo más es participar, del 10 al 17 de octubre 2015, en los días mundiales de acción contra los tratados de libre comercio (TTIP, CETA, TPP, TISA, la "modernización" del TLCUEM, etc.) e impedir la expansión de un modelo económico que beneficia a las transnacionales por encima de los derechos de los pueblos.