Está en marcha un proceso silencioso de transición demográfica en México, porque el número de personas con 60 años o más se incrementa como consecuencia de un alargamiento en la esperanza de vida. En la actualidad, este segmento está conformado por cerca de 10 millones de individuos.“Con ciertas diferencias regionales, el de las personas adultas mayores es, sin duda, el grupo de edad con una mayor tasa de crecimiento en todo el país; hoy representa aproximadamente 8.9 por ciento del total de la población”, afirmó Verónica Montes de Oca, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
A pesar de esto, dijo, hay pocas políticas públicas que busquen su beneficio. Contados son los estados que hacen realmente algo para protegerlos”.
Muchas más mujeres que hombres
Se sabe que las mujeres sobreviven más que los hombres: el índice de masculinidad muestra a nivel nacional que en el grupo de los nonagenarios puede haber 70 o menos hombres por cada 100 mujeres. Sin embargo, en las áreas rurales hay más mortalidad femenina, en contraste con lo que sucede en las áreas urbanas.
“Los demógrafos hablamos de 60 años o más como la edad a partir de la cual alguien se convierte en adulto mayor; pero en el campo, donde los trabajos y las condiciones de vida de la gente son muy difíciles, individuos de 50 años pueden ser considerados ancianos. Hay abuelas de esa edad, que ya son vistas así no por una cuestión cronológica, sino por ritos socioculturales y desgaste biológico que es importante tomar en cuenta a la hora de diseñar políticas públicas”, comentó en el marco del Día del Anciano, que se celebra este 28 de agosto.
Diferencias de género
Se conoce, asimismo, que en el país hay marcadas diferencias de género. En efecto, por su misma condición de cónyuges, madres y amas de casa, muchas mujeres se alejaron del mercado de trabajo y en su vejez han quedado excluidas de la seguridad social.
“Eso las coloca en una situación de gran vulnerabilidad, porque debemos recordar que, además, viven más que los hombres”, señaló Montes de Oca.
Por otro lado, las mujeres reciben más apoyos sociales de sus familiares y de otras personas, como amigos y conocidos, que su contraparte masculina. Posiblemente por una racionalidad social, porque estos últimos cuentan con una pensión o con recursos económicos, precisó.
A nivel mundial, explicó, se analiza la mortalidad prematura de los varones, y una de las conclusiones a las que se ha llegado es que, en su periodo de madurez, ellos están sometidos a situaciones de riesgo laboral y de mayor violencia social.
“Por lo general, corren más riesgos no sólo en el trabajo, sino en todo el ámbito social. Hoy en día, la violencia ha causado una gran mortalidad masculina en muchos lugares del país. Eso seguramente va a transformar la estructura demográfica por edad en el nivel local. En el futuro, vamos a ver muchas más mujeres que hombres”, dijo la investigadora.
Causas de morbilidad
Las principales causas de morbilidad entre la población adulta mayor en México son las afecciones cardiovasculares, los trastornos de la diabetes, los traumatismos, la hipertensión, las enfermedades cerebrovasculares y la neumonía; además, 11 por ciento tiene alguna discapacidad.
Como se desencadenan situaciones de larga duración, los enfermos experimentan una fuerte dependencia frente a los servicios de salud, sus familiares y las instituciones de la seguridad social.
“Esos males requieren un tratamiento constante, cuidados de los familiares, atención, apoyo, seguimiento por parte de los médicos. Todo eso implica costos económicos, pero sobre todo emocionales y sociales”, indicó Montes de Oca.
Otra de las características es que tienen una muy baja escolaridad porque pertenecen a generaciones que en su niñez, adolescencia y juventud recibieron una educación limitada.
Agresiones y maltratos
Los primeros agresores, advirtió, son sus propios descendientes. Y el maltrato va en aumento conforme la persona adulta mayor se convierte en un ser más vulnerable y frágil. “Las mujeres, para variar, son quienes reciben más ataques, pero los hombres tampoco se escapan, ni mucho menos”.
A veces, en opinión de Montes de Oca, la sobreprotección es una forma de maltrato. Es típico el caso del hijo que no le suelta dinero a su padre anciano porque cree que lo va a perder.
“En México, carecemos de una cultura de respeto. No contemplamos que las personas adultas mayores viven en condiciones específicas de fragilidad, de inseguridad, y que tienen derechos que todos debemos cuidar y proteger”.
Derechos humanos
No se ofrecen empleos permanentes que le den a la población, tanto joven como adulta, la certeza de que será beneficiaria, en el futuro, de una mayor seguridad social. “Y el hecho que tengan que continuar con un trabajo, incluso a edades muy avanzadas, los coloca en una situación de mayor desprotección y fragilidad”.
Por esas razones, resumió, hoy más que nunca es necesario reforzar las acciones que respeten los derechos humanos para toda la población y, en especial, para los grupos vulnerables, como los niños, las personas con alguna discapacidad y los adultos mayores.