Daños cerebrales que ignora la Cofepris
Senadores solicitaron que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) fortalezca los mecanismos de control y vigilancia de las denominadas sustancias nootrópicas --conocidas como “drogas inteligentes”--, a fin de prevenir riesgos en la salud de la población.
En un punto de acuerdo que fue remitido a la Comisión de Salud, los legisladores apuntan que se ha hecho común el uso de dichos estimulantes, a fin de optimizar el desempeño mental, y alcanzar un mayor y mejor rendimiento en su trabajo, estudios, e incluso en actividades deportivas y recreativas.
“En los últimos años las denominadas sustancias nootrópicas, mejor conocidas como drogas inteligentes, se han posicionado como una de las más utilizadas entre las sociedades del mundo, ante lo cual no podemos ser indiferentes, en virtud de que potencialmente pueden poner en peligro la salud, bienestar y estabilidad de los mexicanos”, subraya el documento.
Su composición permite aumentar capacidades cognitivas: concentración, memoria, fluidez del pensamiento, además influyen a mejorar el humor o promover un estado de relajación a corto y a largo plazo.
Advirtieron que no existen investigaciones que concluyan que las drogas inteligentes no causan efectos secundarios: “Hay investigadores que cuestionan la efectividad de este tipo de sustancias, bajo la premisa de que si se toma algo para mejorar la memoria, inevitablemente se afectarán otras funciones cerebrales, lo cual podría traducirse en efectos casi impredecibles”.
Además, refieren que la falta de control y supervisión adecuada, agravan las posibilidades de efectos nocivos para la salud.
Una de las principales preocupaciones, explican en el punto de acuerdo, estriba en que, de acuerdo con especialistas, las reacciones varían de una persona a otra, pero cuando no funcionan, derivan en efectos secundarios para quienes las consumen, de ahí la importancia de fortalecer los mecanismos de control y vigilancia, reitera la petición de los legisladores.
La preocupación es mayor, concluyen, porque su comercialización se realiza fácilmente a través de Internet, situación que da pauta a que haya poca o nula verificación de su procedencia y calidad.