Se han descrito cerca de dos millones de especies en el mundo: el 70 por ciento son insectos, 25 de cada 100 son plantas y cinco por ciento, vertebrados. Estas cifras representan sólo una pequeña fracción de la diversidad biológica del planeta.
Esta riqueza enfrenta múltiples amenazas en ecosistemas terrestres y acuáticos debido a la conversión de áreas naturales en zonas de uso humano (pastizales, campos de cultivo y asentamientos poblacionales), al cambio climático global, la invasión de variedades exóticas y la contaminación, advirtió Víctor Arroyo Rodríguez, del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) UNAM campus Morelia.
En México, el fortalecimiento de los organismos gubernamentales encargados de dirigir las políticas de áreas naturales protegidas y de manejo de la biodiversidad es prioritario para la conservación de estos recursos, aseveró en ocasión del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se conmemora este 22 de mayo.
“Para conservarla es necesario difundir su importancia. A menudo se nos olvida que lo que comemos y bebemos, las medicinas que usamos, los materiales que vestimos, los insumos que utilizamos en construcción e incluso el aire respirable dependen de ésta”, resaltó.
México, país megadiverso
El investigador explicó que debido a su ubicación geográfica, México alberga ejemplares de lugares templados y tropicales de los océanos Atlántico y Pacífico. Además, tiene gran heterogeneidad topográfica, edáfica y climática, lo que le permite albergar a múltiples formas de vida.
De acuerdo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), nuestro territorio ocupa el segundo lugar mundial en número de reptiles (864 especies), el tercero en mamíferos (564 variedades) y la quinta posición en plantas vasculares y anfibios (cerca de 23 mil y 376 especies, respectivamente).
Se estima que el 70 por ciento de la diversidad biológica mundial se encuentra en países megadiversos como México, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Congo, Madagascar y China, entre otros.
El cambio climático y muchas catástrofes que nos preocupan son provocados por la alteración de los ecosistemas. Es necesario redoblar esfuerzos para crear conciencia entre la población sobre el valor de la diversidad biológica, desde escuelas primarias, secundarias y universidades, hasta en medios masivos como la radio, la televisión e Internet, recomendó.
Arroyo Rodríguez agregó que debe impulsarse la indagación científica e incrementarse el apoyo a instituciones de educación media superior y superior. El país requiere taxónomos especialistas, pues su número actual es ínfimo comparado con la diversidad de especies por describir en el territorio.
Si queremos conservar de manera adecuada la biodiversidad, debemos conocer su historia natural y su respuesta a las alteraciones de su hábitat. Desafortunadamente, hasta el momento la información es pobre y centrada en pocas especies. Es fundamental invertir más en investigación y formación de recursos humanos, enfatizó.
Asimismo, subrayó el valor de conservación de la biodiversidad del turismo bien planificado, especialmente el ecológico, que puede representar una fuente de ingresos importante para impulsar economías locales y estatales, al tiempo que mantiene el capital natural del país.
Para lograrlo, es necesario descentralizar este tipo de actividades, actualmente enfocadas en destinos como Acapulco, Huatulco, Cancún o Los Cabos. Los Tuxtlas, en Veracruz, o la Selva Lacandona, en Chiapas, son regiones fundamentales para mantener nuestros recursos y tienen gran potencial en el rubro.
Áreas naturales protegidas
Al revisar la estrategia federal al respecto, refirió que México cuenta con 176 áreas naturales protegidas, que comprenden una superficie de 25 millones 387 mil 972 hectáreas, equivalentes al 12.9 por ciento del territorio.
“El número y extensión se ha mantenido constante desde 2009. Si queremos preservarla es crucial incrementar la cantidad y la superficie de estas demarcaciones”, estableció.
De igual manera, aludió a la necesidad de fortalecer las capacidades de las entidades federativas y de los municipios en materia de control, manejo y uso sustentable en estas áreas, al incrementar el personal que trabaja en ellas.
Además, para fomentar la participación social en estas labores debe apoyarse a las organizaciones civiles interesadas en proteger estos sitios.
Al tiempo que resguardamos lo que tenemos, necesitamos recuperar lo perdido. Por tanto, hay que rescatar las áreas degradadas o abandonadas a través de proyectos de reforestación, restaurar zonas que han sufrido incendios forestales, así como las cuencas hidrográficas de las que depende nuestro suministro de agua potable, concluyó.