Con el propósito de combatir la desnutrición infantil y mejorar la salud de los niños en edad escolar, senadores y representantes de diversas instituciones públicas nacionales e internacionales proponen incluir el consumo de pescado en la dieta diaria de los educandos.

Los beneficios fueron analizados en el foro interinstitucional convocado por la Comisión de Pesca y Acuacultura, durante el cual el senador panista Salvador López Brito indicó la necesidad establecer una hoja de ruta para implementar un programa público de alimentación escolar que incluya los productos de la pesca y la acuacultura.

En los últimos 20 años en México se ha observado una disminución en los diferentes tipos de desnutrición infantil, pero la prevalencia de baja talla continúa siendo un grave problema de salud pública en menores de cinco años de edad, que tiene repercusiones en edades posteriores.

Así lo informó el senador Francisco Salvador López Brito, al señalar que actualmente 1.5 millones de niños de esta edad sufren de desnutrición crónica.

Añadió que además el sobrepeso y la obesidad en la población mexicana se han convertido en un nuevo problema de salud y en particular en la población infantil, alcanzando en forma combinada el 34.4% en 2012.

“Crecientes evidencias científicas a escala global demuestran múltiples beneficios nutricionales y a la salud del consumo de pescado, esto es particularmente importante en etapas de gestación y en las primeras etapas del desarrollo infantil, en virtud de que los productos de la pesca contienen concentraciones elevadas de nutrientes como el ácido fólico, importante en el proceso de gestación; calcio y fósforo, fundamental en la formación y consolidación de huesos,

También contiene micronutrientes como zinc, hierro, selenio y vitaminas B y D, fundamentales para el desarrollo y funcionamiento cerebral, así como ácidos grasos poli-insaturados que previenen enfermedades cardiovasculares, resaltó.

Dijo que los programas públicos de alimentación escolar son crecientemente los instrumentos empleados en múltiples países de América Latina y el Caribe para garantizar a los niños en edad escolar la ingesta de alimentos saludables en cantidad y calidad, suficientes al menos una vez por día.

“Una de las externalidades positivas de los programas de alimentación escolar, en muchos casos, es su vinculación con esquemas de compras directamente de productores de pequeña escala; tales como agricultores familiares, pescadores artesanales o acuicultores de la micro y pequeña empresa organizados, que encuentran en dichos programas un mercado seguro garantizado por las instituciones públicas, teniendo que cumplir con normas de calidad que les obligan a mejorar sus productos”, mencionó López Brito.