*Reconoce Calderón

La corrupción, el autoritarismo, la impunidad, la pérdida de valores en el ejercicio del Gobierno o en la política misma, son males que no sólo se contraponen directamente con la visión del humanismo, sino que son erosionadores de los Estados democráticos y de derecho, dañan a la sociedad y destruyen la confianza de los ciudadanos en sí mismos y en las instituciones democráticas.

Así lo reconoció el presidente Felipe Calderón, al insistir en que la corrupción y la impunidad han sido, a su vez, germen de un desafío muy grave y muy particular, que es la expansión del crimen organizado transnacional, en particular, en América Latina.

“Nuestras naciones enfrentan, en mayor o menor medida, el mismo reto, y que es combatir a la delincuencia que está lastimando severamente a la población y que a través de la violencia o la intimidación está coartando las libertades que hemos alcanzado, o amenazando tales libertades”, dijo el mandatario mexicano al hablar en Foro Internacional de Seguridad Latinoamericana.

Y añadió: “Sabemos hoy que el crimen organizado transnacional no tiene patria, no reconoce fronteras y, desde luego, adopta cada día políticas y formas cada vez más peligrosas e inéditas. Está extendiendo sus redes y se articula con el hampa local en diversos territorios”.

Consideró fundamental entender este fenómeno y pidió hacerlo desde el plano de intercambio de experiencias entre nuestros países y, también, desde el plano del análisis teórico-doctrinal que se ha hecho sobre el crimen organizado no sólo en nuestra región, sino en el mundo.

Qué es el crimen organizado, preguntó Calderón y se respondió: “En esencia es la forma de organización delincuencial en la cual una banda busca mediante la amenaza o la violencia, apoderarse de las rentas lícitas o ilícitas de una comunidad, de una sociedad, de una ciudad, de un Estado. Es decir, un grupo criminal bien articulado, con redes internacionales, incluso, que amenaza y violenta. Esa es la esencia de su modus operandi”.

Y con ello, indicó, busca apoderarse de las rentas, primero las ilícitas; es decir, las que se extraen por parte de crímenes o de bandas criminales locales, pero a final de cuentas busca apoderarse de las rentas también lícitas. Es decir, termina siendo un sustituto del Estado mismo, que a través de la extorsión, el cobro de derechos de piso, el secuestro, la amenaza, busca apoderarse de la renta de una sociedad.

“El crimen organizado, de no enfrentarse a tiempo, de no actuar contra él, termina desplazando al Estado”.