México ha pasado de ser un país de niños y adolescentes para convertirse en uno de jóvenes, pero lo cierto es que el aparato productivo no está listo para crear 800,000 empleos bien pagados al año para miles de jóvenes, que como nunca antes en la historia de nuestro país se reciben de las universidades.

Una juventud mexicana muy diversa

Una de las grandes preguntas al concluir las Olimpiadas y regresar a la efervescencia de la vida política postelectoral tiene que ver con el futuro del movimiento estudiantil Yosoy132, cuando, como todo hace suponer, el Tribunal Federal Electoral dé por buena la elección presidencial, y nombre a otro joven, Enrique Peña Nieto de 46 años de edad, como presidente de México.

Y qué decir de los jóvenes que participaron en las Olimpiadas de Londres 2012, donde la cosecha de medallas fue histórica y, por primera vez, un deporte de conjunto, como el futbol soccer, accedió a una medalla olímpica.

Nunca en la historia nacional un deporte de conjunto, salvo ahora en clavados sincronizados y futbol soccer, había obtenido una medalla

Olímpica.

Claro que frente a estas historias de éxito mundial está el hecho de jóvenes menores de 30 años que no sólo son parte del crimen organizado, sino que fungen como "jefes de plaza", sicarios y matones cuando todavía no han cumplido 25 años, y lo único que les espera es cadena perpetua, morir a manos de sus adversarios o de las autoridades en su intento por aprehenderlos.

Y lo peor, o lo mejor, es que el futuro de México, como en todo el mundo, depende de ese crisol de realidades llamado juventud, cada una con sus historias muy particulares, sus circunstancias, anhelos y visiones muy diferentes del México que les heredamos.