En México debe haber mayor cooperación entre los investigadores, las instancias de gobierno y los productores para reactivar la producción de alimentos, la implementación de nuevas tecnologías en el campo y la inserción de organismos genéticamente modificados, coincidieron investigadores y especialistas, durante el foro taller “Transferencia y adecuación tecnológica en la producción familiar de alimentos”.
El senador Isidro Pedraza Chávez, presidente de la Comisión de Autosuficiencia Alimentaria del Senado de la República, dijo que la estrategia del gobierno federal para activar la economía, basada en subsidios, no ha sido suficiente para disminuir las cifras de pobreza en el país, por el contrario, han aumentado.
Por ello planteó proveer de herramientas jurídicas a los productores del país y adelantó que, en el próximo periodo de sesiones del Senado, promoverá la ley de derecho de alimentación, la ley de planeación agropecuaria y nutricional, y la ley para crear el instituto nacional de la alimentación.
En su intervención, Natalhie Beatriz Campos, Reales, directora de Políticas y Normatividad de la Comisión Intersecretarial de los Organismos Genéticamente Modificados, coincidió con el legislador del Partido de la Revolución Democrática, y señaló en el ámbito de los alimentos modificados genéticamente, el gobierno debe asesorar a los investigadores mexicanos.
Específicamente, en las disposiciones contenidas en la ley mexicana de bioseguridad, para que no queden en desventaja frente a sus colegas que laboran para una trasnacional, y regularmente tienen un equipo enorme de asesores legales, detalló.
Por su parte, Genaro Aguilar Gutiérrez, coordinador de la Red Latinoamericana de Desperdicios de Alimentos, dijo que el promedio nacional de desperdicio de alimentos es de 37 por ciento, con el cual se podría alimentar diariamente a 10 millones de personas en situación de pobreza extrema.
Además planteó una estrategia denominada 3-6-12, que consiste en la producción familiar de alimentos, mediante tres millones de unidades de producción agrícola familiar en seis meses que podrían dar alimento a 12 millones de personas; implementada durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, en el noreste de Brasil.
Alberto Llerena Villalpando, presidente de la Asociación Nacional de Egresados de Chapingo, dijo que el problema de la pobreza alimentaria no es cuestión de producción de alimentos, sino del ingreso que se destina para su compra, lo que se podría resolver con la agricultura periurbana o de traspatio.
Hermilio Navarro Garza, investigador en Gestión Socioecológica de Recursos del Desarrollo Rural del Colegio de Posgraduados, determinó que la primera máquina generadora de empleo en México es la agricultura campesina, indígena, familiar y ranchera, es decir, la de pequeña escala, por lo que el Estado debería invertir más en este rubro.
Pablo Ramírez Sepúlveda, especialista de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), coincidió en la necesidad de dar mayor impulso a la productividad, al advertir que no será posible aprovechar el potencial de la agricultura familiar si no se vincula la política social con la productiva.
La transferencia de recursos a programas sociales es benéfica, aclaró, pero debe ir acompañada de políticas públicas encaminadas a impulsar a la agricultura familiar como generadora de redes de ingresos económicos a las familias y el país en su conjunto.
Con tal propósito, anunció, la FAO prepara una serie de encuentros para establecer un diálogo con las secretarías de Desarrollo Social (Sedesol); Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu); Educación (SEP); y Salud (SSA), con el objetivo de conformar políticas de desarrollo regional que atiendan las necesidades y potencien la capacidad con las que cuentan el norte, sur y centro del país.
Por su parte, Crisólogo Chávez Zárate, de Fideicomisos Instituidos en Relación a la Agricultura (FIRA), anunció que se pondrá en marcha el Programa de Financiamiento a la Agricultura Familiar (Proaf), dirigido a 346 mil productores que cuentan con potencial de producción y comercialización de sus cultivos, de manera interna y para exportación.
Aclaró que el nuevo programa no está dirigido a la agricultura de traspatio ni de subsistencia, como tampoco a quienes cuenten con microcréditos, pues el objetivo es favorecer la productividad y competitividad, así como dar la posibilidad a los beneficiarios para que puedan pagar los créditos.
Con esta meta, puntualizó, los créditos irán acompañados con asesoramiento técnico-productivo, lo que permitirá fortalecer a este sector que genera el 70 por ciento de los comestibles de consumo interno.
En el foro participaron también Israel Guadarrama, de OXFAM-México y Otilio García Munguía, de la Universidad Autónoma de Chapingo, quienes coincidieron en que debe de impulsarse el desarrollo productivo con capacidad comercial, junto con técnicas de cuidado al medio ambiente, a favor de la competitividad de los micro y pequeños productores en el plano nacional e internacional.