Por Marco Tulio Culebro Bahena

Palenque, Chiapas, 19 dic. 2013.- Alberto Gómez tiene 45 años y sus posesiones son un short y unas sandalias. Espera el tren en la estación de Pakal Na con la esperanza de algún día llegar a Estados Unidos.

Dejó en Saba, Honduras, a tres hijos, mujer y una parcela ociosa que representan el mejor cuadro del drama que vive hoy la nación centroamericana.

Afortunadamente hace 15 días hubo un operativo del gobierno mexicano y lograron desalojar a los Maras que atacan a los caminantes, nos comenta.

Además, hoy las madres centroamericanas tuvieron un evento en el rio Suchiate, frontera de México con Guatemala, en el extremo de la región costa del pacifico del estado. Es decir, la atención sobre el problema sí beneficia aunque sea por temporadas de la presión que sufren los migrantes en Chiapas de sus depredadores: asaltantes, policías y otros.

En Palenque el Hospital Regional es de calidad y solamente les recibe -cuando han recibido golpizas o heridas- cuando los canaliza el grupo Beta, brigada especializada del Instituto Nacional de Migración (INM). Son de las cosas que hay que saber.

También resulta útil conocer la Casa del Migrante con el nombre del desaparecido Jtatic Samuel Ruiz García, inaugurada el 8 de septiembre del 2012 y que poco a poco va mejorando sus servicios a cargo de la Congregación de Hermanas de la Caridad a un año de vida.

Ahí se les recibe tres días máximo, se les pide que hagan el aseo y se les da de comer, se les canaliza si necesitan atención médica y se les orienta sobre sus derechos.

La gente recuerda los accidentes que ha tenido el tren. Por ahora son pocos los migrantes, pero la cosa aumenta cuando la locomotora de carga tarda algunos días -incluso hasta diez días-.

Así pasan su día a la espera de la Bestia, Alberto junto con otros, mientras la lluvia asola a la región como es común en el invierno tropical. Las oleadas de turistas pasan a ver las imponentes ruinas de la zona arqueológica de Palenque ignorantes del problema que ya es mundial.