En la entrega de los Premios INAH 2014, Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, expresó que en los tiempos que vivimos, la antropología y la historia tienen que tener una voz mucho más poderosa y ser capaces de reflejar la palabra viva de una sociedad compleja y diversa, así como dilucidar quiénes hemos sido y de qué manera podemos hablar entre todos y generar propuestas.
Ante los investigadores galardonados y acompañada de César Moheno, secretario técnico del INAH; Pablo Yankelevich, miembro del jurado, y María Eugenia Constantino, representante de los premiados, la titular del INAH señaló que la memoria histórica es algo que se teje todos los días. En este sentido, dijo, las instituciones académicas están en la obligación de dar mayores recursos y más atención a la formación de los mejores profesionales e investigadores que tienen en su talento y en sus manos tan delicada tarea.
Asimismo, apuntó que es momento de dar cabida a todas las voces, de leer todas las demandas justas, de ampliar en todos sus términos el terreno en el cual se pueda abatir la inequidad, pero para actuar correctamente tiene que haber una base que parta de la reflexión histórica.
Reunidos en el Museo Nacional de Antropología, Teresa Franco entregó 31 premios y 26 menciones honoríficas, que en conjunto representan un monto de 2 millones 520 mil pesos.
Indicó que el nutrido número de tesis de licenciatura, maestría y doctorado, así como de proyectos de investigación en las disciplinas de la historia, antropología, antropología social, arquitectura, restauración, conservación patrimonial, arqueología, etnohistoria y lingüística fueron significativamente mayores que en 2013, lo cual habla de un prestigio bien ganado.
A 29 años de distancia, manifestó que estos galardones se han convertido en una plataforma sólida que marca la pauta del conocimiento y la práctica de las disciplinas de la historia y la antropología de nuestro país. “Estos premios pretenden rendir un homenaje a los grandes que nos han antecedido, cuya obra y pensamiento sigue siendo en la actualidad una guía. Su vida, su legado y compromiso con la nación están hoy presentes en los premios que llevan sus nombres y que otorgamos con enorme entusiasmo porque es la entrega de estafetas”.
Añadió que todos aquellos que han obtenido un premio son pilares de la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural, autores de trabajos novedosos, aventuras prácticas y científicas que abren brechas insospechadas.
“Tal es la dimensión de la calidad científica y humanística que hay detrás de cada uno de los premios, deseamos que estos estudios se reflejen en simposios que realicemos el año próximo, porque queremos que continúe el trabajo de interconexión”, expresó Teresa Franco.
César Moheno, secretario técnico del INAH, dijo que con los Premios INAH se celebra la diversidad de temas, de formas de acercarse al pasado, de métodos, pero sobre todo, la diversidad de pensamiento.
Indicó que este año se inscribieron al certamen un total de 326 estudiosos, equipos científicos y de conservación, cifra que mantiene la curva ascendente de participantes que se han presentado desde 2012. Destacó que de este número, más de la mitad (54 por ciento) son mujeres.
Para los Premios INAH 2014 participaron 65 instituciones entre universidades públicas y privadas, centros de investigación, museos, archivos históricos, centros culturales y dependencias de gobierno, de los cuales 13 son del Distrito Federal y 44 del resto del país.
También resaltó la participación de trabajos provenientes de ocho casas de estudios de otros países, todos ellos evaluados por un selecto jurado de probada calidad científica y académica.
“Estoy seguro que esta generación de investigadores y profesionales ganadores son una semilla pródiga que habrá de fructificar para bien de las ciencias antropológicas, del INAH y de México”, dijo César Moheno.
Pablo Yankelevich, en representación del jurado, dijo que los Premios INAH constituyen el reconocimiento más valioso al que pueden aspirar quienes se dedican a las disciplinas históricas y antropológicas.
“El nombre de cada uno de los premios no es fortuito, fueron parte de una legión de eruditos que trabajaron para profesionalizar e institucionalizar la formación académica y la gestión cultural en México”.
Añadió que entregar estos premios es reconocer méritos a la excelencia de los autores y, hacerlo en los nombres de estos eruditos, es honrar el esfuerzo de una generación de pioneros y fundadores.
En representación de los 57 galardonados, María Eugenia Constantino indicó que recibir el premio es un suceso muy emocionante y representa un gran aliciente para los investigadores, cuyo trabajo es producto de la convicción, la tenacidad, la disciplina y la constancia que una vez más se asocian a una esperanza que apuesta por la reflexión, el análisis, la crítica y el pensamiento centrado en el hombre y en su cultura material e inmaterial que es el fondo de la vida humana.
Entre los investigadores premiados están: Emilie Ana Carreón Blaine, con el Premio Alfonso Caso, a la Mejor Investigación en el campo de la arqueología, por la obra Le Tzompantli et le jeu. Relation entre deux espaces rituels, y Marcianna Lane Macfeeters, por Retos y riesgos en la vida olmeca.
El Premio Javier Romero Molina, dedicado a proyectos de antropología física, fue para Alma Dea Cerdá Michel, en la categoría de Mejor Tesis de Doctorado, por su propuesta Ser tallerista. Un estudio sobre el trabajo y la corporalidad de un grupo de talleristas de artes plásticas en la Ciudad de México.
En lo más destacado de la etnología y antropología social, el Premio Fray Bernardino de Sahagún, a la Mejor Investigación, fue para Claudia Carolina Zamorano Villarreal, quien participó con Vivienda mínima obrera en el México posrevolucionario: apropiaciones de una utopía urbana (1932-2004).
En lo concerniente al Premio Francisco Javier Clavijero, en historia y etnohistoria, el galardonado por la Mejor Investigación fue José Arturo Taracena Arriola, por De héroes olvidados. Santiago Imán, los huites y los antecedentes bélicos de la Guerra de Castas.
En el área de lingüística, el Premio Wigberto Jiménez Moreno, en la categoría de Mejor Investigación fue para Gilles Polian Marcus, por Gramática del tseltal de Oxchuc (en dos tomos).
Con el Premio Francisco de la Maza, por los proyectos de Restauración y Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico. El rubro de la Mejor Investigación fue para Luis Ignacio Gómez Arriola, por El acueducto del Padre Tembleque, complejo hidráulico renacentista en América.
En lo que se refiere a la Conservación de Bienes Inmuebles, el Premio Paul Coremans quedó desierto en la categoría de Mejor Investigación. Entre tanto, el Premio al Mejor Trabajo de Conservación de Bienes Muebles fue otorgado a Diana Elizabeth Arano Recio, por su proyecto Restauración del conjunto escultórico del Santo Sepulcro de Cristo de la Catedral de Campeche.
Finalmente, se otorgó una mención honorifica del Premio Miguel Covarrubias, en Museografía e Investigación de Museos a Alejandro García Aguinaco, por Construyendo Tamayo 1922-1937, y Adriaan Jan Schalkwijk Lincoln, por QF Instalación Fotográfica.