Conforme el ser humano envejece, las funciones de su cerebro van mermando, afectando sus capacidades motoras, cognitivas y de memoria, a tal grado que incluso llegan a producir varios tipos de demencias.
Ahora se sabe, el principal responsable de esta disminución es el deterioro en los circuitos de comunicación que hay entre las neuronas y en la integridad de las propias células -en gran medida ocasionadas por la pérdida de sus espinas dendríticas, los principales sitios de entrada de los estímulos a la neurona que ésta convierte en información.
Desde hace algunos años, el equipo de científicos liderado por Gonzalo Flores Álvarez, adscrito al Instituto de Fisiología de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), estudia los efectos de ciertas sustancias en los procesos de envejecimiento en regiones del sistema nervioso de ratas asociadas con los procesos de memoria y aprendizaje, y ha encontrado que la administración crónica de dichos compuestos favorecen la plasticidad neuronal al incrementar el número de espinas dentríticas y de la longitud de las dendritas, mejorando así la comunicación neuronal y la actividad motora de los roedores.
Entre los compuestos que ha probado este grupo de investigación se encuentran el Cerebrolysin y el donepezilo, utilizados para tratar el Alzheimer y la demencia vascular, así como un compuesto extraído del veneno de abeja llamado apamine, entre algunos otros.
El incremento en la comunicación de las zonas del cerebro que han estudiado puede, al menos en parte, beneficiar la función cerebral en todos los procesos degenerativos propios del envejecimiento, aseguró el doctor en neurociencias por el Cinvestav.
“Conforme el anciano envejece se hace más torpe al caminar, puede tener accidentes o fracturas; su memoria, capacidad de aprendizaje y procesos de abstracción van mermando; es decir, hay un deterioro cognitivo. Si lográramos mejorar la parte cognitiva del individuo que se va deteriorando con la edad, mejoraríamos su calidad de vida y contribuiríamos a que pueda valerse por sí mismo para sus actividades cotidianas.”
Para hacer sus experimentos, los científicos de la BUAP utilizan roedores de entre un año y medio y dos años (en algunos estudios han sido más jóvenes), lo cual equivaldría a 65-70 años y 80-85 años en edad humana, respectivamente. De acuerdo con González Flores, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, la parte más difícil y costosa, y por lo mismo de gran valor de estos estudios, es esperar a que los roedores envejezcan y mantenerlos (razón por la cual, se hacen pocos trabajos de este tipo).
Diariamente, por un lapso de entre uno o dos meses, los roedores reciben una cierta dosis del fármaco a estudiar. Posteriormente, observan su actividad locomotora utilizando cajas que por dentro son atravesadas por rayos de luz de manera que es posible detectar los movimientos de los animales y registrarlos en una computadora.
“Evaluamos la conducta de los animales para ver cómo ha mejorado, o por lo menos, detectar si ésta no se ha deteriorado conforme va pasando la edad”, explicó el responsable del Laboratorio de Neuropsiquiatría.
Posteriormente, sacrifican a los animales para extraer sus cerebros y estudiar los cambios en la morfología de las neuronas mediante un método llamado impregnación Golgi-Cox, una técnica de tinción que permite visualizar toda la neurona.
“También medimos cómo ha cambiado su árbol dendrítico, es decir, su comunicación intercelular y después, cuando ya tienen una edad avanzada aplicamos el fármaco. Al estudiar lo que ha pasado, observamos que hay estructuras que se deterioran más lentamente o incluso estructuras que recuperan parcialmente su comunicación”, abundó.
Más recientemente, los investigadores de la BUAP están interesados en estudiar si darle a los roedores una mezcla de los fármacos que ya han mostrado los beneficios para prevenir los procesos neurodegenerativos propios del envejecimiento.
“Lo que estamos probando –explicó- es si todos estos compuestos actúan por mecanismos de acción iguales o diferentes, incluso los mezclamos entre ellos para ver si hay algún efecto aditivo. Si actúan por diferentes mecanismos de acción pues tal vez el efecto podría ser aditivo y la mezcla de estos productos pudiera dar mejores resultados. Entonces, queremos ver si los dos en conjunto: el donepezilo, que bloquea la destrucción dela acetil-colina en el cerebro y el Cerebrolysin que actúa como un neuroprotector y un efector neurotrópico, tienen un mejor efecto, o es mejor usar cada uno por separado”.
Aunque hasta el momento estos fármacos no están prescritos por los geriatras para el anciano, comentó Gonzalo Flores, los hallazgos de sus estudios abren la posibilidad de que estas sustancias comiencen a usarse como un posible tratamiento para mermar el deterioro cognitivo que provoca el envejecimiento. Sin embargo, el especialista aclaró que todavía falta pasar de los modelos animales a personas para determinar las dosis adecuadas y verificar su eficacia.
“Las poblaciones de la tercera edad están aumentando en el mundo. Si conseguimos que los individuos lleguen a esta etapa de vida con una mejor calidad, entonces su atención le costaría mucho menos al sistema de salud […] Desafortunadamente en México, el sistema de salud todavía no está muy preocupado por el anciano, a diferencia de Europa, Estados Unidos y Canadá que invierten mucho en el apoyo a la tercera edad y que cuentan por igual con centros para su cuidado”, destacó.