Todo se desarrollaba en calma, panistas, priístas y perredistas ya habían aprobado en lo general la Ley Reglamentaria de la Administración Pública Federal, pero de pronto los azules y amarillos comenzaron a salir del salón de sesiones y reventaron el trabajo parlamentario por falta de quórum, justo cuando se votaba el artículo 27 de dicha ley.
Así empezaron los gritos, insultos y sombrerazos en el salón de sesiones, porque fue evidente que el presidente de la mesa directiva, Ernesto Cordero, no supo construir la tradicional estrategia de que su bancada abandonara el salón antes de que se iniciara la votación.
Los priístas, capitaneados por el dinosaurio Emilio Gamboa Patrón, cuidaron el momento y apresuraron la votación del artículo que se habían reservado para discutirlo y luego ponerlo a la consideración del pleno, lo que se logró pero con la inocencia de algunos senadores panistas y petistas que permanecieron en el salón de sesiones en el momento de la votación.
Esto provocó que el panista Ernesto Cordero cayera en la confusión y cuando se dio cuenta que el PRI les estaba ganando la votación, declaró falta de quórum porque únicamente se registraron 63 sufragios a favor de la reforma al último párrafo del artículo 27 y ordenó la suspensión del trabajo parlamentario.
Ahí empezaron los reclamos de los priístas, quienes le gritaron de todo, desde ignorante legislativo, hasta arbitrario y le exigían que renunciara a la presidencia de la mesa directiva.
Los gritos y sombrerazos agitaron los ánimos y hasta los medios de difusión salieron raspados por parte del senador panista Francisco Ortiz, quien gritaba a rabiar que no se permitiera el paso al salón de sesiones a los reporteros, obviamente para que no se dieran cuenta de que la maniobra estaba fuera de lugar, porque todavía estaban en el salón legisladores azules que deberían votar, ya fuera a favor, en contra o abstención.
Contrariamente, los perredistas quedaron al margen de este enfrentamiento, porque salieron con toda oportunidad y no se quedaron a que se iniciara la votación, ingenuidad que sí se vio reflejada en los azules.
El enojo de panistas y perredistas, fue porque dicho párrafo del artículo 27 anulaba la exigencia de azules y amarillos de que el Senado de la República deberá ratificar los nombramientos de los altos mandos de los cuerpos de seguridad pública, ahora dependientes de la Secretaría de Gobernación.
Ambos grupos parlamentarios argumentaron que los tricolores faltaron a su compromiso de dejar pasar ese requisito de conformar los nombramientos y a partir de ese momento cada fracción parlamentaria convocó a conferencias de prensa para ofrecer sus argumentos ante los medios.
El asunto no está concluido y será la semana entrante cuando se tenga un final que hará feliz a unos e infelices a otros en el parlamento.