Los mapas mentales, los circuitos que nos permiten, además de ubicarnos en un espacio, hablar varios idiomas o identificar las diferencias o similitudes entre un espacio y otro, son los temas de frontera en las neurociencias actuales.
Investigadores en diversas regiones del mundo han realizado descubrimientos de suma importancia en este rompecabezas cerebral que aportan, en conjunto, avances en la comprensión de la llamada computadora perfecta, nuestro cerebro.
Entre estos relevantes hallazgos se encuentran los del equipo formado por el estadounidense John O’Keefe y el matrimonio noruego de May Britt Moser y Edvard I. Moser, quienes recibirán este miércoles 10 de diciembre el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2014 por el descubrimiento de células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro, un trabajo “más que merecido”, destacaron especialistas mexicanos en neurofisiología celular.
Los expertos premiados han trabajado en el estudio de ciertas redes neuronales para localizar en el espacio o ciertos puntos que nos dan el sentido de orientación, explicó el doctor Pablo Rudomín Zevnovaty, neurofisiólogo del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
John O’Keefe detectó de manera particular que ciertas células nerviosas se activan cuando un animal se ubica en un particular sitio en el ambiente, y encontró que éstas forman un mapa del ambiente.
Por otra parte, May-Britt y Edvard Moser al revisar las conexiones entre los mapas del hipocampo en ratas descubrieron un patrón de actividad en el cortex entorrinal donde se crea una red hexagonal que permite la navegación espacial, como un GPS cerebral.
El trabajo, sin duda, es loable, añadió Rudomín, pero es sólo una pequeña pieza en el rompecabezas donde científicos mexicanos también han realizado importantes aportaciones.
Por ejemplo, el doctor Federico Bermúdez Rattoni, del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), revisa desde hace tiempo los mecanismos de la memoria que nos permiten recordar, precisamente, si hemos estado o no en un mismo sitio.
Igualmente en el IFC de la UNAM, el investigador Ranulfo Romo ha realizado análisis de los procesos corticales implicados en la toma de decisiones, tema muy relacionado con el hecho de encontrar caminos o cómo tomar decisiones en laberintos, ir por aquí o por allá, etcétera.
“Lo interesante del trabajo tanto de los galardonados, como del realizado por los mexicanos, es que alteraciones en estos sistemas del funcionamiento nervioso dan por resultados problemas como esquizofrenia, Parkinson, Alzheimer; alteraciones del sistema funcional y patológico del sistema nervioso y creo que este es un avance importante y conceptual”, explicó Rudomín.
Coincidentemente, añadió Bermúdez Rattoni, una de las primeras regiones del cerebro que se daña al momento de aparecer la enfermedad de Alzheimer (un padecimiento caracterizado por la pérdida de la memoria, principalmente) es esta red de memoria espacial, de ahí que olvidar cómo llegar a un sitio es considerado uno de los signos primarios de este mal.
Para el común denominador de la población, no recordar de hacer tal o cual tarea, o por qué camino llegar a un lugar tiene que ver con estar atentos. Pero desde el punto de vista fisiológico esta circunstancia va más allá, pues se trata de un proceso mental complejo que al presentar fallas no se puede solucionar de forma sencilla o permanente.
De ahí que en la actualidad se continúe en la búsqueda de un tratamiento efectivo contra el Alzheimer, para el que solo se ha logrado desarrollar paliativos sin poder detener el proceso.
En el caso específico del doctor Rudomín, uno de sus aportes al tema es el estudio de la forma en que se realizan cambios a nivel de la columna espinal ante la presencia de compuestos como la capsaicina, derivado del chile, que es utilizada en algunos analgésicos para dormir al paciente.
“Hemos encontrado que la presencia de este compuesto hace que los mapas neuronales, a nivel de la columna vertebral, cambien su posicionamiento y por ende dejen de doler; mientras que el uso de lidocaína regresa las conexiones a su posición original”, explicó.
Esta investigación de frontera que es revisada por el doctor Pablo Rudomín desde el Cinvestav, permitirá aportar nuevas pistas sobre el funcionamiento del cerebro y la forma en que se procesa el entorno. Los estudios de las redes neuronales tienen un paralelo en las redes biológicas y sociales donde existen los mismos principios y aún hacen falta más estudios de este rompecabezas.
Mientras no se comprenda cabalmente por qué se dañan estas regiones y junto con ello la memoria, no será posible tener tratamientos eficientes para enfermedades como el Alzheimer que afectan a millones de personas en el mundo, dijo por su parte Bermúdez Rattoni.
Datos de la Organización Mundial de la Salud indican que la enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, representa entre 60%-70% de los casos. Se prevé que el número total de personas con demencia prácticamente se duplique cada 20 años, de modo que pasaría de 65,7 millones en 2030 y 115,4 millones en 2050.