Por Guillermo Pimentel Balderas
Luis Gómez Garay, Secretario General de la Unión General Obrero, Campesina y Popular, informó que en México hay casi 4 millones de trabajadores agrícolas, que son campesinos sin tierra y al margen de cualquier política de seguridad social, que trabajan con “bajísimos salarios” y escasamente obtienen mil pesos al mes en las diferentes regiones del país.
En entrevista subrayó que este ingreso no es ni siquiera un salario mínimo general de $62.33 diarios del área geográfica "A" en México; además de que México, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se ubica en el escalón número 58 de un total de 72 países, sólo 15 posiciones arriba de las naciones que peores sueldos dan a sus trabajadores.
Señaló que en un México rural donde casi un tercio la población depende de la actividad económica agropecuaria, sólo pocos productores figuran dentro de la agricultura exitosa integrada al mercado globalizado y el resto reduce sus ingresos hasta tocar los límites de la pobreza extrema, debido a que su agricultura, su ganadería, sus actividades productivas, no logran incorporarse a la rentabilidad necesaria.
El líder agrario criticó el discurso autocomplaciente de algunos funcionarios que ensalzan los logros de algunas empresas que dan la impresión de grandes avances en la producción agropecuaria, arropadas con apoyos, financiamientos y créditos que dan la apariencia de un crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto Agropecuario.
Éstas, continuó, esconden a la vez precariedad económica de millones de productores rurales, donde está erosionado el tejido social con su caudal de efectos negativos en las comunidades y ejidos del país.
Luis Gómez Garay aseguró que el sector social del campo mexicano se encuentra estancado, en crisis productiva y peligro de desaparecer debido a la competencia de las importaciones procedentes de países que aplican los subsidios agropecuarios.
“En el tiempo actual, agravado por el impacto del cambio climático, de la sequía o inundaciones, ramas de la producción como el maíz, el arroz, el mango, la ganadería y otros que constituían el sustento de las comunidades y ejidos, no revierten su baja productividad y si se acentúa la quiebra de miles de productores afectados por la importaciones.