La bioenergía se obtiene a partir de derivados de materia orgánica como la caña de azúcar, la leña, el carbón, residuos de ganado, microorganismos fotosintéticos y desechos orgánicos, las fuentes de abasto son amplias, y entre la escasa utilización actual de energías renovables, abarcan el 77% del consumo final a nivel mundial.
La ventaja de este tipo de energía es que puede producir calor, electricidad, combustibles líquidos (como etanol y biodisel), sólidos (como el carbón o la leña) o gaseosos, como el biogás.
El doctor Omar Masera Cerutti, quien dirige el Laboratorio de Bioenergía del Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM y es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, considera que esta energía tiene un potencial 10 veces mayor a su uso actual en el país, el cual ronda entre los 3 mil 569 petajoules, una medida de calor y energía que se utiliza para cuantificar grandes cantidades (miles de billones de joules).
“En México generamos 70 millones de toneladas de residuos agrícolas o forestales, la mayor parte es tirada en barrancas o, en el mejor de los casos, en rellenos sanitarios; son un problema sanitario, pero bien podrían ser aprovechados y contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, comentó el doctor Masera.
El científico estudia el desarrollo de la tecnología sostenible para comunidades rurales de escasos recursos económicos; por ejemplo, el uso de la leña, uno de los recursos renovables más usados en el país: 25 millones de mexicanos aún cocinan sus alimentos en fogones. Ello le ha generado una agenda de investigación de largo plazo que le ha permitido desarrollar estufas eficientes de materiales diversos como barro, cemento y ladrillo.
Hay una revolución tecnológica en el desarrollo de estas estufas; por un lado, se cuecen alimentos de manera eficiente al distribuir el calor para que varias ollas se calienten al mismo tiempo y; por otro, se genera electricidad que permite recargar lámparas LED y celulares, una solución ideal para pueblos que carecen de servicios básicos.
Al respecto, Masera Cerutti, quien forma parte del grupo de investigadores del Panel Intergubernamental de Cambio Climático que en 2007 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, comenta: “Deberíamos de tener una política que priorizara el acceso de los servicios energéticos de los habitantes, empezando por los más pobres, pues algunos ni siquiera tienen resueltas necesidades básicas como iluminación, cocción o refrigeración de sus alimentos”, cuando sí existen las soluciones, muchas de estas pueden venir de las mismas comunidades.