Muchos hemos oído hablar acerca de que las abejas están desapareciendo, lo cierto es que se están muriendo de forma misteriosa y masiva sin que nadie sepa a ciencia exacta por qué y esto ha provocado innumerables investigaciones en medio de una alarma generalizada.
¿Pero por qué la desaparición de las abejas preocupa tanto y se lo considera un problema global?
Aunque la industria de la apicultura no es un asunto despreciable, viene a ser algo secundario respecto al verdadero problema; las abejas son un medio de polinización, su labor es indispensable para que millones de plantas puedan dar fruto y eso las sitúa en la base de la pirámide de la alimentación en la Tierra.
Estados Unidos sufre de forma especial la desaparición masiva de sus abejas (en los últimos seis años han perdido diez mil millones de colmenas) y sus poblaciones de abejas son ahora tan bajas que uno de sus cultivos estrella, la almendra en California, está requiriendo 60 por ciento de las colmenas supervivientes de todo el país para su polinización.
California provee 80 por ciento de la exportación mundial de almendras y eso le supone al estado un valor de cuatro mil millones de dólares, por lo que cualquiera, independientemente de su inquietud ecológica, entiende que esto es un problema.
Volviendo al colapso de colmenas, se sospechaba de los pesticidas, de ciertos parásitos o de una mala nutrición, pero en el primer estudio de su tipo, los científicos de la Universidad de Maryland y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos han identificado una mezcla extraña de pesticidas y fungicidas que contaminan el polen que las abejas recolectan para alimentar sus colmenas.
Cuando los investigadores recogieron este polen y alimentaron con él a abejas sanas, éstas mostraron una disminución significativa en su capacidad para resistir a la infección de un parásito específico, el Nosema Ceranae.
Este polen estaba contaminado por una media de nueve pesticidas y fungicidas diferentes, aunque los científicos descubrieron hasta 21 productos químicos agrícolas en una de las muestras.
El estudio demostró que las abejas que comían polen contaminado con fungicidas tenían tres veces más probabilidades de ser infectadas por el parásito.
Estos fungicidas se utilizan de forma generalizada en la agricultura porque hasta ahora se pensaba que eran inofensivos para las abejas, ya que están diseñados para matar a los hongos, no a los insectos, en los cultivos como las manzanas.
Dennis Vanengelsdorp, autor principal del estudio, manifestó que cada vez hay más pruebas de que los fungicidas pueden estar afectando a las abejas por sí mismos.
En los últimos años, una clase de químicos llamados neonicotinoides se ha vinculado a las muertes de abejas y recientemente se ha prohibido en la Unión Europea, donde las poblaciones de colmenas también se han desplomado, la utilización de estos pesticidas durante dos años.
Pero Vanengelsdor dice que el nuevo estudio muestra que es la interacción de múltiples pesticidas lo que está afectando a la salud de las abejas. “El tema de los pesticidas en sí mismo es mucho más complejo de lo que hemos llegado a creer”, afirma. “Es mucho más complicado que un solo producto, lo que significa, por supuesto, que la solución no consiste simplemente en la prohibición de un tipo de producto.”
El estudio mostró además que el polen que las abejas recogían también de las malas hierbas y flores silvestres cercanas estaba igualmente contaminado con plaguicidas.
Fuente: qz.com: Teorema Ambiental